Vecinos del Sardinero denuncian abandono institucional y exigen medidas urgentes para recuperar el barrio

Santander

Desde hace meses, el Sardinero, uno de los barrios más emblemáticos de Santander, se encuentra en el centro de una creciente preocupación vecinal. La recién constituida Asociación Ciudadana en Defensa del Sardinero ha alzado la voz para denunciar lo que consideran un abandono institucional prolongado que está afectando gravemente a la calidad de vida en la zona.

Pablo Coto, portavoz de la asociación, ha explicado en una entrevista concedida a la Cadena SER que “el Sardinero no solo es un barrio, es un símbolo de Santander”, y que los vecinos no pueden seguir “con los brazos cruzados” ante el deterioro de espacios históricos como el Hotel París, la Horadada, el edificio Rema o los bajos de la primera playa de El Sardinero, todos ellos cerrados y en estado de abandono.

A estos problemas se suman deficiencias estructurales que afectan al día a día de los vecinos. La falta de iluminación en calles y paseos, especialmente grave en otoño e invierno, genera inseguridad y sensación de abandono. “La iluminación navideña ha sido simbólica en los últimos años, pese a ser uno de los paseos más visitados de la ciudad”, denuncia Coto.

La limpieza y el mantenimiento son otro punto crítico. La licitación de limpieza especial, valorada en 2,5 millones de euros, está paralizada por alegaciones, lo que ha derivado en contenedores viejos, suciedad acumulada y la preocupante reaparición de ratas. “Después de una reunión con el Ayuntamiento, aparecieron ratas en zonas como Ramón y Cajal, y hubo que enviar operarios de urgencia”, relata Coto.

El abandono también afecta al arbolado, con ejemplares sin podar desde hace años, pese a que la normativa exige una poda cada tres años. Esta situación representa un problema de seguridad, estética y salud pública.

En verano, la falta de aparcamiento se convierte en un obstáculo para vecinos y trabajadores de la hostelería. La asociación, abierta a todos los usuarios del Sardinero, reclama soluciones para la movilidad y propone estudiar alternativas para espacios como el parque de Mesones y la iglesia de San Roque, con una gestión más transparente y participativa.

Los valores que sustentan la asociación son claros: calidad de vida, aire limpio, seguridad, descanso, zonas verdes y espacios cuidados. “Los vecinos tienen derecho a ser escuchados, y hasta ahora no lo hemos sido”, afirma Coto.

En cuanto a las reuniones con el Ayuntamiento, la asociación ha solicitado explicaciones y transparencia. El consistorio ha prometido reactivar las obras de los Jardines de Piquillo, lanzar nuevas campañas de desratización, revisar la iluminación y estudiar propuestas de movilidad. Sin embargo, los vecinos se muestran cautelosos: “Vamos a ser vigilantes porque lo que han prometido tenemos que ver que se cumpla”.

Uno de los temas que genera más incertidumbre es el futuro del estadio del Racing y su entorno. “No tenemos un proyecto técnico completo ni estudios de tráfico, impacto acústico, aparcamiento ni servicios públicos afectados. No estamos ni a favor ni en contra, pero sí exigimos información”, subraya Coto.

La asociación no se opone al progreso, pero sí al progreso sin planificación, sin consenso y sin escuchar a los ciudadanos. “Queremos un Sardinero hermoso, sostenible, participativo y que sea símbolo de Santander y ejemplo de cómo se cuida un entorno único”, concluye Coto.