¿Nos acecha una nueva pandemia?
La firma de opinión de Tomás Segura, neurólogo, jefe del Servicio de Neurología del Hospital General de Albacete y Profesor Titular de Neurología de la UCLM
¿Nos acecha una nueva pandemia? La firma de opinión de Tomás Segura, neurólogo y jefe de Neurología de Albacete
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Albacete
Estos días ha aparecido una nueva alerta sanitaria por la presencia en España y otros lugares del mundo de algunos casos de pacientes infectados con el virus de la así llamada “viruela del mono”. Es posible que en nuestro país se haya producido una mayor alarma social porque el doctor Fernando Simón descartó muy precozmente que esta enfermedad pudiera suponer un auténtico problema de salud pública. En el país de los memes ingeniosos, el Dr. Simón es ya él mismo poco más que un meme, y en general sus predicciones se toman a la inversa. Pero es probable que en esta ocasión el epidemiólogo tenga razón, o quizá y pese a trabajar en esto de la Medicina -últimamente abonada a las malas noticias- se trate simplemente de que yo soy un optimista. En cualquier caso, intentaré explicarles mi optimismo.
La viruela, la humana y la del mono, son enfermedades víricas. La primera fue una de las grandes lacras de la Humanidad, desde al menos los tiempos de los egipcios, una enfermedad que alcanzó su culmen en el siglo XIX y principios del siglo XX, cuando se la considera responsable de la muerte de al menos 500 millones de personas. Si con posterioridad perdió importancia se debió a que un médico avispado, Edward Jenner, a finales del siglo XVIII observó cómo las mujeres que ordeñaban ganado, y por tanto tendían a contagiarse de la viruela de la vaca, un padecimiento banal para los humanos, eran inmunes a esta otra enfermedad, la viruela humana, tan terrible por aquellos tiempos. Jenner inoculó a personas con exudados de las pústulas de la viruela bovina consiguiendo la inmunización, y desde entonces hasta ahora cuando utilizamos una técnica similar decimos que se nos ha puesto “una vacuna”, término que evidentemente procede de la vaca. Pese a este ingenioso descubrimiento médico, y su expansión por el mundo, en la que mucho tuvo que ver España, a través de la expedición Balmis, la viruela sólo se erradicó por completo en el año 1980 y por ello todos los nacidos con anterioridad a esa fecha estamos vacunados, lo que es probable que nos proporcione una cierta inmunidad frente a la viruela del mono. Este es el primer motivo para ser optimista. El segundo es la experiencia acumulada, tanto en la viruela humana en el pasado como en la viruela del mono desde que esta se conoce capaz de infectar humanos. Y esa experiencia dice que la transmisión se hace muy probablemente a través de fómites o por contacto estrecho, y por ello es poco probable que se pueda transmitir a través de aerosoles, que como por desgracia hemos aprendido todos muy recientemente, es el método más certero para asegurar la expansión rápida de una enfermedad. El tercer motivo que invita al optimismo es que el virus de la viruela del mono es un virus ADN y por tanto con poca tendencia a la mutación, de manera que es menos probable que pueda hacerse resistente a una potencial vacuna o generar cepas diferentes con diferentes modos de expresión clínica.
Por todo ello y aun reconociendo que como esto acaba de empezar lo mejor como siempre en Medicina es ser prudente, no creo que la viruela del mono y dejando a un lado la fama de gafe de Simón deba preocuparles demasiado por el momento. Así las cosas, mi consejo es que disfruten del soleado y próximo fin de semana.