20J: Un día para recordar el cinismo de nuestros gobiernos

Hoy es el Dia Mundial de las Personas Refugiadas y, por primera vez en la historia, el número de personas desplazadas forzosas en el mundo supera los 100 millones. Esto significa que una de cada cien personas del planeta se ha visto obligada a escapar de su hogar huyendo de guerras, persecuciones, violencia, vulneración sistemática de derechos humanos o desastres climáticos extremos.

Contra lo que habitualmente se cree, más de la mitad de las personas desplazadas forzosas (un 60%) son desplazadas internas, dentro del propio país. Y del 40% que se ha visto obligado a salir de su país, la inmensa mayoría (un 86%) están asentadas en países pobres. Así pues, aunque nos pensemos que Europa es un continente al llegan olas de refugiados, la realidad es que, entre todos los países ricos del mundo, apenas si se acoge al 14%. Menos de 6 millones de personas de los más de 100 millones de refugiados que hay en el mundo están en Europa, Norteamérica, Japón o Australia.

A pesar de acoger a una ínfima minoría de personas desplazadas forzosas, somos los países en donde más crece el racismo y la xenofobia.

La doble moral y la hipocresía con la que Europa y España responden a los desplazamientos de refugiados no hace sino alimentar el racismo y la discriminación. Porque mientras en el caso de Ucrania por primera vez se ha actuado conforme al derecho, en nuestra frontera sur se siguen violando sistemáticamente los derechos más básicos y no existe voluntad política alguna de cumplir con el derecho internacional.

Como señala la Asociación Pro-Derechos Humanos de Andalucía, “en nuestro país nunca ha habido la más mínima voluntad política de cumplir con las obligaciones internacionales con respecto a las personas que piden refugio. Menos aún desde luego para las personas consideradas simplemente migrantes”.

Me hubiera gustado despedirme de ustedes esta temporada con una buena noticia relacionada con el día que hoy se celebra. Sin embargo, lejos de celebrar nada, la realidad es que estamos creando una sociedad cada vez más inhumana y brutal para las personas refugiadas, con nuestros Estados a la cabeza.