Desde la guerra civil al Honoris Causa, la relación con Cuenca de Santiago Grisolía

Cuenca

El profesor y bioquímico Santiago Grisolía ha fallecido en Valencia a los 99 años. Desde 1991 era Hijo Adoptivo de Cuenca. La ciudad le recuerda también con el Instituto de Educación Secundaria que lleva su nombre. Como nos contaba a menudo, esta era una ciudad “a la que siempre me gusta venir”.

Su relación con la ciudad comenzó en su adolescencia, en los años de la Guerra Civil, cuando su padre fue destinado a la oficina de Banesto.

Durante la contienda bélica trabajó en un hospital de la CNT y estaba convencido de ser marino de guerra, aunque finalmente se hizo médico, por la insistencia de su madre. En Hoy por Hoy Cuenca hemos recordado su vida y trayectoria.

Grisolía fue discípulo del premio Nobel Severo Ochoa y desarrolló su actividad científica e investigadora en Estados Unidos, país del que decía que “no es obligatorio formarse allí pero si conveniente”.

En los años 70 regresó a España. Entre sus méritos científicos destaca como impulsor del proyecto del genoma humano o sus descubrimientos en el ciclo de la urea que le valió un premio Príncipe de Asturias en 1990.

Su relación con Cuenca se afianzó a principios de este siglo cuando dirigió varios cursos de verano de la Universidad de Castilla-La Mancha. Esta entidad le nombró Doctor Honoris Causa en 2003. En aquel año conversamos con él en una entrevista que emitimos en Hoy por Hoy Cuenca.

En 2007, la universidad regional le distinguió con el título de ‘Personaje de los cursos de verano de la UCLM’. Experto científico y observador de la vida desde su experiencia de cerca de noventa años, esos días se mostraba pesimista sobre el futuro del planeta y de las próximas generaciones. Nos lo contaba al hablar de los bioproductos.

Siempre activo, la última etapa vital la dedicó a la Fundación Valenciana de Estudios Avanzados y a los premios Rey Jaume I, los más importantes de ciencia, investigación y emprendimiento en España que se entregan todos los otoños en la capital del Turia. Siempre optimista, Santiago Grisolía, como científico, siempre ha confiado en las posibilidades del mañana.