Otoño en la universidad

Albacete

Cada año, puntualmente en otoño y después de la Feria, la máquina de la Universidad se pone en marcha de nuevo, al ritmo de las antiguas rotativas o de las máquinas de vapor.

Las primeras clases son de tanteo y conocimiento. Para nosotros, los profesores, se trata de conocer a un grupo nuevo de estudiantes que -en mi caso- acaban de dejar el Instituto y se sumergen en un nuevo espacio vital lleno de incertidumbres, entre las que no es menor el averiguar si la carrera elegida ha sido un acierto o no.

El primer día de clase, les sometemos a una encuesta (anónima, obviamente) en la que se expresan con libertad sobre una serie de temas. Por ejemplo, les preguntamos si son partidarios de la pena de muerte en caso de delitos muy graves, como el terrorismo. Cada año se repite muy aproximadamente el porcentaje de respuestas afirmativas, en torno al 55 %. ¿Muchos? Para mí sí. Ese porcentaje baja al 35% al cabo de 2 años de estudiar Derecho penal. Depende de lo optimista o pesimista que seas: puede verse la botella medio llena del efecto terapéutico de las clases o la botella medio vacía del camino que queda por recorrer para que el 100% de las personas repudien esa pena cuya abolición se celebra cada año por estas fechas.

También les preguntamos si estudian Derecho porque les gusta o porque no han podido estudiar lo que les gusta. Muchos responden lo primero, aunque alguno ha añadido, de su puño y letra: “me matriculé porque me gustaba, pero ya me estoy arrepintiendo”….eso el primer día de clase. Pero, ¡ya se sabe!, la post adolescencia es inestable y todavía no encuentra una posición social firme.

Ah! lo olvidaba. Cada año, a mediados de septiembre comenzamos a tratar con ellos y cada año, un mes después, nos parece que son mucho mejores de lo que suele decirse, que son mucho más perspicaces y mucho más estudiosos de lo que se dice por ahí, que parece que los jóvenes están atontados. Probablemente, quien piense eso, no les trata cada día. Quienes lo hacemos, aprendemos en cada clase algo de ellos -cosa que no se creen, pero que es rigurosamente cierto. Hoy, por ejemplo, una alumna de 1º ha desentrañado sin dificultad una regla establecida por el Tribunal Constitucional hace años sobre el derecho de cada ciudadano a no ser castigado 2 veces por lo mismo. Seguro que dentro de 4 años sale de la Facultad una gran jurista. Esa es nuestra vocación y nuestra envidiable tarea: el servicio público universitario. Hace falta un compromiso firme por mejorarlo y no demolerlo para abrir el paso a la Universidad privada, desigual por definición.