Hacia los nueve mil millones
La firma de Jorge Laborda Fernández, Catedrático de Bioquímica y Biología Molecular
Firma de opinión | Hacia los 9.000 millones
03:30
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Albacete
No puedo dejar de comentar la que para mí ha sido la noticia de la semana: el pasado martes 15 de noviembre de 2022 la Humanidad alcanzó los ocho mil millones de cuerpos. Ojalá pudiera decir que pronto se alcanzarán también los ocho mil millones de mentes, mentes desarrolladas, educadas, bien formadas y capaces de pensar por sí mismas.
Solo han transcurrido doce años desde que en 2010 se alcanzaron los siete mil millones de habitantes en el planeta y se estima que transcurrirán otros quince años esta vez, hasta que en 2037 se alcancen los nueve mil millones, si todo transcurre como se estima y la Humanidad no comete la estupidez de desencadenar una guerra atómica, o si no aparece alguna nueva pandemia más mortífera que la recientemente vivida para corregir por las malas algo las cosas en el planeta.
Y es que el creciente número de seres humanos, ¾que de aquí a 2037 aumentará a una media de 2,11 por segundo, según mis propios cálculos ¾supone una enorme carga para la biosfera, que solo puede sostener una cantidad máxima de vida. Sí, claro, hay un máximo para la cantidad de seres vivos que el planeta es capaz de sostener, esa cantidad no es ilimitada. El aumento de seres vivos de ciertas especies, ¾no solo la humana, sino también las que utilizamos para alimentarnos ¾, impactan en la cantidad de seres vivos de otras especies, sin mencionar nuestro impacto sobre el cambio climático. Hoy, la Humanidad está ya causando la sexta extinción masiva de la historia de la Tierra, la cual marca el inicio de un nuevo periodo geológico, denominado Antropoceno.
No todos los continentes van a experimentar el mismo crecimiento en sus poblaciones y será África, según todas las previsiones, el que más la incremente. De los mil cuatrocientos millones de habitantes actuales, África podría alcanzar los cuatro mil millones de aquí a finales de siglo. Si hoy la inmigración es ya un problema, no será nada en comparación a lo que puede llegar a ser en solo dos o tres décadas más.
¿Qué soluciones podemos imaginar para esta situación? En mi humilde opinión, las soluciones solo pueden provenir de dos fuentes: la estupidez natural, o la inteligencia artificial. La inteligencia natural es demasiado débil y escasa para vencer a la estupidez natural, la cual podría conducirnos a un reinicio de la vida sobre la Tierra similar al experimentado tras anteriores extinciones masivas. Afortunadamente, la inteligencia artificial, que está consiguiendo grandes avances, podría ayudarnos en un futuro no muy lejano a sacar a la Humanidad del agujero en el que se empeña en seguir metiéndose. Claro que, para ello, habrá que hacer caso de sus consejos, y para eso sigue haciéndonos falta la inteligencia natural.
En este estado de cosas, una noticia, también del pasado martes, nos aporta algo de esperanza. Según un estudio internacional, el declive de la fertilidad masculina es global y se acelera. Los estilos de vida poco saludables y la contaminación medioambiental han ido disminuyendo progresivamente la concentración de espermatozoides en el semen de los hombres, lo que reduce significativamente su fertilidad. Parece pues que el planeta, si seguimos empeñados en no gestionarlo bien, nos pondrá, ya nos está poniendo, sus propios límites.