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Una tala masiva necesaria pero no siempre bien entendida

La Junta de Castilla y León reanuda la limpieza del monte de La Calabaza eliminando un buen número de pinos

La tala afecta a un buen número de pinos / Vicente Herrero

Aranda de Duero

A finales de enero o principios de febrero del año que viene podría terminar la tala masiva que la Junta de Castilla y León está realizando en La Calabaza. Quienes se adentren estos días en este monte quizás se sorprendan de la cantidad de ejemplares, principalmente pinos, que están siendo cortados. Ruth Martín, técnico de Medio Ambiente del Ayuntamiento arandino, explica que los árboles que se están eliminando son principalmente los que estaban torcidos o con enfermedades, que son muchos y afectan en mucha mayor medida a estas especies, que hace varias décadas se plantaron en lugares que no se corresponden con su hábitat natural. “Los pinos habían encontrado su lugar pero al no estar en su hábitat lo que estamos viendo es que están secándose muchos; no se están cortando todos, solo los torcidos secos o dañados, pero lo que pasa es que el propio ecosistema está llevando a que la encina sea prioritaria en el pinar”, detalla.

Cartel que advierte de los trabajos que se están realizando

Cartel que advierte de los trabajos que se están realizando / Vicente Herrero

No ha pasado ni un año desde que el Ayuntamiento de Aranda habilitó dos rutas de senderismo en este monte y se da la circunstancia de que algunos de los ejemplares donde se pintaron señales para marcar el recorrido han tenido que ser también talados. En cualquier caso, aunque este tipo de talas sean siempre muy llamativas y no siempre bien entendidas, dice Ruth Martín que sanear el monte a la larga es una medida beneficiosa y muy necesaria. “Marcamos las rutas el año pasado y hay algunas señales marcadas en alguno de los árboles y en algunos casos se han secado y es que los hongos que solo deberían actuar cuando el árbol está muerto, que son los hongos de putrefacción, están actuando en los árboles vivos y no se sabe por qué”, explica Ruth Martín, que es consciente de que “todas las cortas llaman mucho la atención, pero a largo plazo es lo mejor y cuando veamos cómo ha quedado el monte, si tenemos que hacer alguna actuación de repoblación, se hará”, asegura.

Esta primavera cuando comenzó la tala hubo algunos vecinos que se mostraron indignados y que calificaron de “destrozo” esta medida, hasta tal punto que la alcaldesa llegó a ordenar que cesara. La técnico de Medio Ambiente dice que algunos de esos vecinos tuvieron que avisar al Ayuntamiento en varias ocasiones de caídas de árboles en la calzada de la urbanización. En cualquier caso, insiste en que a largo plazo, siempre que el cambio climático lo permita, el monte de La Calabaza acabará volviendo a ser un encinar. “Cuando se quejaron. paralizamos lo de al lado de la urbanización, pero lo que estamos viendo es que se están cayendo árboles y hemos tenido que retirar hasta tres veces árboles de la calzada y es un problema, porque el pino no está en su calidad de estación y se tiene que actuar y lo que acabará habiendo allí, que no la veremos nadie de los que estamos ahora, será un encinar, siempre y cuando el cambio climático no avance todavía más rápido y entonces no pueda haber ninguna especie vegetal que pueda adaptarse a estos cambios tan bruscos”, concluye Martín.