África
La firma de opinión de la catedrática de Trabajo Social y Servicios Sociales de la Universidad de Castilla-La Mancha, María José Aguilar

Maria Jose Aguilar

Albacete
Hoy quiero plantear a todas las personas que nos escuchan esta pregunta: ¿Cómo nos sentiríamos las personas europeas, si el mundo sólo conociese de nosotras cómo morimos, y desconociese absolutamente todo de cómo vivimos?
Pues así es como se sienten las personas africanas, de las que desconocemos todo de sus vidas. Porque la idea que tenemos de África es la que heredamos de nuestro pasado colonial. Un pasado que sigue presente, porque la relación de Europa con África ha cambiado poco: solo nos importa África para extraer recursos, materias primas e importar ilegalmente mano de obra que es explotada y tratada en condiciones de cuasi esclavitud en nuestras opulentas sociedades.
Me pregunto cuántas personas de las que nos escuchan saben, por ejemplo, cuántos países hay en África. ¿Cuántas conocen o sabrían nombrar al menos una docena de las numerosas lenguas del Continente? ¿Cuántas sabrían nombrar a algunas de las más importantes cantantes, músicos, artistas o escritores?
No sé si saben que, en realidad, el #MeToo lo inició Tarana Burke, una mujer africana, once años antes que el famoso #MeToo de las mujeres blancas y ricas de la industria del cine norteamericano. Tarana Burke lo inició para ayudar a las jóvenes a enfrentar el acoso sexual. Su campaña no estaba en las redes ni se internacionalizó, pero ahí estaba once años antes. Lo mismo que la campaña “acabemos con la cultura de la violación” que iniciaron estudiantes sudafricanas en 2016, para hacer frente a la normalización generalizada de la violencia sexual en los campus universitarios del país.
Me pregunto cuántas de ustedes conocen algo del Ubuntu. La justicia ubuntu es uno de tantos ejemplos de acervos africanos que tienen un enorme potencial de cultura de paz y no violencia, de posibilidades de resiliencia y cohesión social, de conocimiento y de prácticas alternativas de construcción de ciudadanía de gran calidad democrática.
La creatividad, el conocimiento, el arte y la cultura africanas son nuestras grandes desconocidas. Por eso, la UNESCO declaró el 24 de enero, Día Mundial de la Cultura Africana y de las personas Afrodescendientes. Para que el resto del mundo no sólo conozcamos las tragedias del continente, sino sus riquezas. Podríamos aprender mucho investigando cómo África trabaja impulsando la paz.
Y termino con una pregunta que Henning Mankell incluyó en su novela El cerebro de Kennedy: ¿Cómo nos sentiríamos nosotros, los europeos, si el mundo sólo supiese cómo morimos, pero nada de nuestras vidas?




