Pedir más agua para producir lo que luego tiramos

Toledo

La agricultura y la producción de alimentos representan alrededor del 70 % del uso mundial de agua. Los climas son cada vez más variables e inciertos y, con una población en constante crecimiento, la disminución del nivel de agua tendrá efectos globales en la producción de alimentos.

Expertos en la protección del medio ambiente sostienen que el Levante debe concienciarse de que la disponibilidad de agua va a ir a menos en los próximos años, y que el trasvase Tajo-Segura empieza a tener los días contados. Se calcula a que, por ejemplo, en la Comunidad Valenciana, se dejó de comercializar 17.000 toneladas de frutas y verduras en el último año que ya estaban producidas.

En cuanto al agua, esos mismos expertos en medio ambiente señalan a que debemos plantearnos de una vez por todas limitar el regadío y ajustar la demanda a la oferta. Hay que saber que la agricultura intensiva es el principal agente desertificador. Por eso, la pregunta que nos hacemos hoy es: ¿No sería más razonable tirar menos comida en vez de estar reclamando continuamente más agua para producir más?

Hay naranjas que caen sin ser recogidas... y eso se ha regado, es agua perdida

—  Roberto Oliveros, portavoz de Ecologistas en Acción Toledo

Según Roberto Oliveros, de Ecologistas en Acción Toledo, cree que "tirar comida es, además de una cuestión medioambiental, una cuestión ética". Más allá de eso, sobre el ahorro del agua, da fe de que "hay explotaciones de naranja que se desechan, que se caen sin ser recogidas... y eso se ha regado, es agua perdida". Aunque "realmente" cree que el ahorro de agua no se va a mejorar en el consumo agroalimentario. La solución al malgasto de agua, según Oliveros, pasa por "controlar y ajustar la demanda de agua a la oferta real". "La cantidad de hectáreas de regadío, cada año, va en aumento", lamenta.

"El modelo agroalimentario actual no promueve dietas saludables, ni asequibles, ni sostenibles"

Nos sorprende otra derivada más en este asunto. Y es que, mientras que en una parte del mundo tiramos alimento, en otra parte de ese mismo mundo no llega. Es algo en lo que hace especial hincapié Ana María Carretero, profesora titular de Derecho Civil en la UCLM y experta en derecho agrario y alimentario. "La coartada de que la demanda es siempre creciente no es correcta", explica en 'Hoy por Hoy Toledo'. Señala a que mientras unos pasan hambre, otros sufren sobrepeso, y que por lo tanto, lo que se pone de manifiesto esto es que el alimento no está bien repartido.

Esa situación, según Carretero, "eso afecta gravemente a la sostenibilidad ambiental pero también a la seguridad alimentaria y nutricional". Las pérdidas económicas en las producciones agrícolas tiene que ver con que "se paga muy poco al productor en origen, mientras que el producto es exportado e importado, viajando; atendiendo a razones especulativas". Y los recursos naturales vuelven a salir mal parados.

Según la profesora se desperdician alimentos por varias razones: la estética que piden los supermercados; ineficiencias en los inventarios; daños en el embalaje; estrategias de márquetin que promueven compras excesivas; por o confusión entre las fechas de caducidad y las fechas de consumo preferente. Causas que debemos analizar como consumidores, ya que también tenemos una responsabilidad en esa cadena de consumo.

Aunque ponía un ejemplo Carretero y es que "los supermercados exigen a los productores zanahorias rectas cuando a los clientes no les importaría no tener zanahorias tan rectas", ejemplifica. Que tiremos esas zanahorias curvas, que no cumplan con los parámetros estéticos fijados, supone que se tira un 30 % de la producción de zanahorias.

Se desperdician alimentos por razones de estética o por estrategias de márquetin que promueven compras excesivas

—  Ana María Carretero, profesora titular de Derecho Civil en la UCLM y experta en derecho agrario y alimentario

Asegura que "lo de la energía no va a ser nada en comparación con la guerra por el agua que vamos a tener en este siglo", por eso dice que deberíamos cambiar nuestro modelo agroalimentario actual. Las multinacionales controlan el 80 % de la alimentación mundial y es un grupo de presión muy fuerte que lleva a que "el modelo agroalimentario actual no promueva dietas saludables, ni asequibles, ni sostenibles".

Ana Carretero explica que este tipo de problemáticas no se circunscribe a España, sino que "la propia Unión Europea no tiene normas de responsabilidad obligatorias en este campo. Europa "deja el tema en manos de los Estados miembro, de modo que no hay normativa específica en el marco de la Unión Europea". No hay legislación para una escenario insostenible ya que "el 70 % de los residuos alimentos llega de las casas, la venta y la restauración; y el 30 %, de la producción, transformación y transporte".