Toledo

En el programa 'El Viaje empieza aquí' hemos recorrido una nueva ruta literaria por Castilla-La Mancha. En este caso hemos seguido los pasos de Camilo José Cela en 'Viaje a la Alcarria' con la ayuda del profesor de Historia de la UCLM, Ángel Monterrubio.

Nos ha recordado que todo empieza el 6 de junio de 1946 cuando Cela sale de su casa, el número 185 de la madrileña calle Alcalá; al parecer se aburría en Madrid y pensó que le vendría bien echarse unos días al campo. Bajó por la calle Alcalá hasta el Paseo de Recoletos y por las tapias del Jardín Botánico llegó a la estación de Atocha para coger el tren que le llevaría a Guadalajara (una línea de tren que sigue existiendo). Solamente se llevó una mochila y fue con la intención “a que no le pasase nada”. Y sí que le pasa, porque pasa un día en el calabozo por aquella Ley de Vagos y Maleantes ya que se pensaban que era un vagabundo.

En total, con pequeño cuaderno en mano, recorrió 22 pueblos, describiendo personajes, paisajes, situaciones, gastronomía, sensaciones, etc. Su viaje duraría 10 días y exactamente recorrerá 293,9 kilómetros. Después, se publicaría en el año 1948 dedicándoselo a Gregorio Marañón. Cela lo define como "un libro de honesta narración, de andar y ver".

Viaje de Cela por la Alcarria

Una vez que Camilo José Cela llega a Guadalajara capital, continuó andando hasta Taracena, descansó y volvió a la carretera y poco después se encontró con Martín Díaz, de Trijueque, se montó en su carro y charlaron hasta llegar a Torija, localidad situada a 23 kilómetros de Guadalajara.

La primera parada que hace Cela es Torija, a 23 kilómetros de Guadalajara.

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En Torija también descubre el Castillo, que hoy día es el Centro de Interpretación turística de la provincia de Guadalajara y donde hay un museo dedicado a este 'Viaje a la Alcarria' con objetos del propio Cela.

Torija es un pueblo subido sobre una loma.

Un parador.

Tres casas

Cuatro mulas.

Cinco damas.

Seis hidalgos.

Siete zagalas.

El camino de Brihuega

va a la derecha.

Por el de Zaragoza

bajan dos mozas."

—  Camilo José Cela ('Viaje a la Alcarria')

Después se dirige a Brihuega, localidad de la que dice “que tiene un color gris azulado”. Para Cela, lo más hermoso de Brihuega es “El jardín de la fábrica es un jardín romántico, un jardín para morir, en la adolescencia, de amor, de desesperación, de tisis y de nostalgia”. Se refiere a los jardines de La Real Fábrica de Paños.

Su ruta continua por Masegoso, un pueblo de “color plata”. Y de aquí Cifuentes, quedó fascinado, entre otras muchas cosas, con la iglesia del Salvador. Y de los balcones y las puertas de las casas, “con herrajes bonitos, muy artísticos, con aldabones y picaportes de hierro negro, con ojos de cerradura que forman dibujos: un corazón, un trébol, una flor de lis, un arabesco” y pueblo hermoso, encontró Cifuentes como un pueblo “alegre, con mucha agua, con mujeres de ojos negros y profundos, con comercios bien surtidos”.

Sigue por Gárgoles de Abajo, una pequeña población en la que abundan las cuevas y las bodegas subterráneas que vienen almacenando vino desde el siglo XII. "El viajero llega a Gárgoles a la hora del almuerzo, y allí con sosiego se echa la siesta, habla de la Alcarria, y sigue su camino...".

Después llega a Trillo, donde "el paisaje es aún más feraz. La vegetación crece al apoyo del agua, y los árboles suben, airosos…”

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Realizó en mula el tramo siguiente, el que parte de Trillo a Viana de Mondéjar Cela fue en Mula. Describe las “erizadas, violentas, las Tetas de Viana” pero no subió. Cela llega a Budia, “un pueblo grande con casas antiguas, con un pasado probablemente esplendoroso. Las calles tienen nombres nobles, sonoros…”

Y en este viaje por la Alcarria llega a Pastrana, “una gran ciudad medieval" dice don Camilo, que habla de los tapices, que entonces no se encontraban allí, a pesar de que el pueblo los reclamaba con insistencia. “Y un día y otro”, escribió Cela, “pero sus voces caen al vacío”.

El profesor Monterrubio nos recordado que estos famosos tapices flamencos de Alfonso V de Portugal, también conocidos como Tapices de Pastrana, están situados en la antigua Sacristía Mayor de la Colegiata. Además nos cuenta la noticia de cómo el pueblo se amotinó para no dejarlos sacar para la Exposición de tapices de París, al parecer, por un mal entendido con el párroco. Se llegaron a amotinar en la iglesia, 2.000 personas.