Cómo cambia la vida en la naturaleza de Cuenca con el paso de las estaciones
Del invierno al otoño, conocemos cómo afecta a los animales y al campo el paso del tiempo a través de los meses
Cómo cambia la vida en los campos de Cuenca con el paso de las estaciones
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Cuenca
Tomamos el sol como si fueran unos raíles por los que viajar y el eje de la tierra como un tren girando alrededor y nos disponemos a atravesar el calendario tomando nota de los efectos que producen las estaciones en el paisaje de Cuenca y en la actividad agrícola. Lo hemos contado en el espacio La Memoria de la Tierra que coordina Tirso Moreno, miembro de la empresa conquense Vestal Etnografía y de la asociación cultural Los Ojos del Júcar, y que emitimos los miércoles cada quince días en Hoy por Hoy Cuenca.
El invierno
Si hay tierra donde pueda disfrutar del contraste de las estaciones, esta es la Serranía de Cuenca. Las riberas, los humedales manchegos, las fértiles vegas, pequeños escondites eurosiberianos…
Comenzamos con la estación en la que estamos: el invierno. La estación de los días breves y las largas noches. Tenemos visitantes de tierras del norte de Europa como las aves migratorias que pasan estos meses en los humedales manchegos, floraciones impacientes, vientos fríos y días soleados. Es la estación del silencio, pero en silencio la vida continúa.
Los humedales
Encontramos ejemplos de vida en invierno, por ejemplo, en los humedales, en las lagunas y manchas de agua que tienen una importancia enorme para la biodiversidad.
También, aunque parezca extraño, el invierno son fechas para las primeras floraciones de algunas plantas como el romero.
La primavera
Al final del invierno, entre viento y lluvia, llega marzo y el equinoccio de primavera. La estación más cantada y adorada se comienza a abrir paso y para comprenderla en su total magnitud el refrán de Marzo ventoso y abril lluvioso sacan a mayo florido y hermoso.
Flores e insectos
Quizás el hecho más llamativo es el crecimiento ubicuo de cualquier planta y la floración. Es el apogeo de la floración que llena de colores la vista y a cada rincón en un hervidero de vida y junto a ella, el zumbido de los inevitables y golosos insectos.
Pero ante todo, tras recibir a los viajeros de otras latitudes más bajas, es la época del amor. Es tiempo de agitación y movimientos continuos, es el momento del cortejo y el amor.
El verano
Tras la explosiva tormenta primaveral llega la calma veraniega. Tras el solsticio en junio, el calor se adueña del ambiente y las noches, pequeñas y estrelladas, son el único refugio para refrescarse. Esta calma chicha es una aparente quietud. La vida se desvive. En este apacible mar veraniego, una lucha continua por sobrevivir acoge sucesos violentos y trágicos.
Divina juventud
Es la época de la divina juventud. Las pequeñas crías, que serán adultas a la primavera siguiente, lloran, juegan, corren, nadan y aletean entre árboles, ríos y herbazales. Las siguientes generaciones, el futuro de la naturaleza, llenan de esperanza los campos.
El otoño
Pero todo pasa y todo queda. El sol comienza a descender por el tapiz del cielo y a destejer la vertiginosa trama de la vida. Ha llegado el otoño. La luz se debilita y los colores cambian. Los árboles se desnudan de sus tintados ropajes, los ayer pequeños se convierten en bravos jóvenes y el silencio comienza a apropiarse de los caminos, los campos y los bosques.
Viajar a otra estación
Es la época de volver a casa. De buscar tierras más cálidas y abandonar el hogar que ha dado la vida y el futuro de la naturaleza. El sol como reloj natural. Los ciclos naturales como calendario.
Paco Auñón
Director y presentador del programa Hoy por Hoy Cuenca. Periodista y locutor conquense que ha desarrollado...