Selecciona tu emisora

Ir a la emisora
PerfilDesconecta
Buscar noticias o podcast

Aniversario de pesadilla

La firma de opinión del catedrático de Historia Contemporánea de la UCLM, Manuel Ortiz

Manuel Ortiz

Manuel Ortiz

El código iframe se ha copiado en el portapapeles

Aniversario de pesadilla

00:00:0004:19
Descargar

Albacete

Sí, por desgracia, se ha cumplido un año de la invasión de Ucrania por parte del autócrata Putin y quiero compartir con ustedes estas reflexiones. No ha sido una guerra relámpago, todo lo contrario, se está cronificando y es muy difícil pronosticar el final y el resultado, hasta el punto de que se especula ya con el uso del armamento nuclear, cuyas consecuencias son a todas luces dramáticas y de dimensiones inopinadas. Todas las guerras son absurdas, por definición, y pocos seguramente, en occidente al menos, creímos los argumentos de Putin cuando justificaba la ocupación como una maniobra de desnazificación y desmilitarización de un país cuya existencia ha negado y que ahora califica como territorio histórico ruso. Corremos el riesgo de normalizar el fenómeno al identificarlo con una especie de rutina que los medios, también progresivamente, van tratando de una manera preocupante.

La primera consecuencia tiene que ver con los miles de muertos y de desplazados que solicitan refugio y amparo. España ha superado recientemente las 160.000 protecciones temporales a refugiados. 102.034 son mujeres y 58.722 hombres. Casi el 34% tiene menos de 18 años. La segunda en orden de importancia es de naturaleza económica. El gobierno español ha invertido 45.000 millones de euros en paliar los efectos de la guerra, dinero que se hubiera podido invertir en otros fines y que va a marcar el final de la legislatura. Los precios de los alimentos se han desbocado como consecuencia del incremento de los costes de producción, la escasez de materias primas, y los desajustes internacionales de los mercados. La inflación parece controlada, pero ha devorado una porción importante del salario de los trabajadores. Estamos ante una evidente desaceleración del ritmo de creación de riqueza.

Pero estas cuestiones de impacto inmediato no deben ocultar otras de efectos tan preocupantes o más. Me refiero al orden mundial y las relaciones internacionales marcadas por el auge del militarismo. La escalada del conflicto parece abocada a un recrudecimiento a corto plazo. De hecho, la visita de Biden a Zelenski y las declaraciones del líder ruso nos llevan a añorar la guerra fría. Está en peligro la integridad territorial y la soberanía nacional de un país que se independizó legítimamente en 1991 después de la desmembración soviética. Pero ¿qué futuro nos espera? En Rusia se ha extremado el control sobre la población y se vigila estrechamente para que no se pueda criticar al gobierno y se aniquila la más mínima disidencia. En Ucrania, además de los efectos desastrosos de las destrucciones y la muerte, se está desarrollando un sentimiento de odio incontenido contra el invasor que hará muy difícil la reconstrucción y la vecindad con Rusia, el enemigo.

Se habla cada vez más de la necesidad de alcanzar una paz que ponga fin a la sangría económica y humana. China ya ha anunciado un plan. En ese contexto se apunta el precio a pagar en términos de territorios y contraprestaciones. En 1945 el final de la IIGM supuso la división de Alemania en dos países, la RFA y la RDA, que vivieron separados hasta la caída del Muro de Berlín. En 1953 el final de la guerra de Corea provocó la división en dos naciones utilizando el paralelo 38, situación que ha llegado hasta nuestros días. La destrucción de Yugoslavia en los años noventa también generó nuevas naciones donde, por cierto, los conflictos no han desaparecido. Sin la ayuda de la OTAN, sobre todo de los EE.UU, sería inviable una Ucrania resistente. Diversos informes norteamericanos hablan de la necesidad de evitar una escalada del conflicto y el uso de armas nucleares y, por ende, poner fin a la situación con urgencia. Las sanciones occidentales actúan, pero no ahogan a Rusia, que en un mundo global encuentra caminos para burlarlas y todo apunta a que no se podrá acabar el conflicto en el campo de batalla. La jugada de Rusia consiste en reposicionarse en otros escenarios, como África, para conseguir acceso a importantes recursos naturales. Usa la diplomacia de los cereales, la venta de armas y el apoyo militar para conquistar mercados y ganar aliados. Pekín, por otro lado, impone sanciones a empresas armamentísticas de Estados Unidos por vender material a Taiwán, tras el incidente del globo aerostático. El gigante asiático trata de acercarse al resto del mundo a través, sobre todo, de programas de infraestructuras y se entrevista con líderes como el de Irán. En cuanto a la cuestión de los derechos humanos, chinos, iraníes, turcos o rusos señalan que los distintos países tienen condiciones nacionales, culturas históricas, sistemas sociales y niveles de desarrollo económico y social diferentes.

¿Desglobalización, tal vez?

 

Directo

  • Cadena SER

  •  
Últimos programas

Estas escuchando

Hora 14
Crónica 24/7

1x24: Ser o no Ser

23/08/2024 - 01:38:13

Ir al podcast

Noticias en 3′

  •  
Noticias en 3′
Últimos programas

Otros episodios

Cualquier tiempo pasado fue anterior

Tu audio se ha acabado.
Te redirigiremos al directo.

5 "

Compartir