Adversidad temprana y trastorno de apego: qué son y dónde pedir ayuda

Cuenca

La adversidad temprana es una de las causantes del trastorno de apego, pero qué son exactamente. En la Escuela de Salud, espacio de radio que coordina Beatriz Hernández, directora de Parkinson Cuenca, y que emitimos los miércoles cada quince días en Hoy por Hoy Cuenca, lo explicamos en conversación con Úrsula Martínez Carmona que es técnico de Empleo en la administración local desde hace más de 25 años, es madre y cofundadora de Petales, la asociación de ayuda mutua de padres, familiares y afectados de Trastorno de Apego.

El trastorno de apego

El trastorno de Apego es la dificultad severa que tiene una persona para crear lazos emocionales con los padres o cuidadores. Es una consecuencia de haber sufrido privaciones afectivas, maltrato o abandono en la infancia, especialmente durante los primeros meses o años de vida. Este trastorno puede generar conductas antisociales, inhibidas, depresivas e incluso suicidas.

“Es una consecuencia de la adversidad temprana”, matiza Martínez. “A veces no damos importancia a nuestros primeros años de vida, y esto digo para todo el mundo en general, porque todos necesitamos un cuidador atento y disponible cuando nacemos incluso antes de nacer, porque somos total y absolutamente dependientes y esto a veces se nos olvida. Con el ritmo de nuestra sociedad, a veces no atendemos a nuestros menores adecuadamente y esto tiene unas consecuencias a lo largo de la vida y además que son mantenidas en el tiempo”.

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Síntomas del trastorno de apego

“Los síntomas más comunes se manifiestan de tres maneras”, explica la presidenta de Petales, “sobre todo tienen comportamientos que podemos agrupar en reacciones típicas como la huida, el bloqueo o el ataque. Ese es el efecto de no haber tenido los cuidados y las atenciones necesarias en nuestros primeros años de vida. Son comportamientos muy disruptivos en algunos casos, otras veces es la huida de situaciones y circunstancias sin sentido. Normalmente son niños y niñas que se les tacha de mentirosos y no es que mientan es que necesitan evadirse de su realidad y crear un mundo paralelo, no atienden ni al castigo ni la recompensa y es verdad que vivimos en un sistema donde se utilizan mucho lo que es el castigo y la recompensa. Estos chicos y chicas, no atienden, no saben sus tiempos, son diferentes a los nuestros normalmente, hay muchos déficit cognitivos. ¿Qué es lo que ocurre? Que estos síntomas confluyen o conviven con otras patologías o con otras enfermedades, por eso pasan muy desapercibidos y es difícil de detectar y de diagnosticar”.

Adversidad temprana

Lo previo al trastorno de apego es la adversidad temprana, “lo que entendemos como cualquier situación adversa que si vive, o bien durante la gestación o bien durante la primera infancia”, explica Martínez. “Cuando los menores experimentan experiencias traumáticas o son testigos de situaciones o eventos traumáticos, el abandono, la negligencia, la desatención, el maltrato infantil o simplemente la ausencia de buenos tratos, con frecuencia pensamos que no se acuerdan. Son muy pequeños y no lo entienden. Pues no. Os aseguro que hay investigaciones que han demostrado todo lo contrario. Aunque no lo entiendan estos acontecimientos dejan huella. Es verdad que muchas veces se nos dice bueno, también hay factores genéticos que inciden en el desarrollo del niño o de la niña, por supuesto que sí, pero el ambiente, y en esto insistimos mucho en Pétales, los contextos, las circunstancias que nos rodean, tienen una gran influencia en la infancia temprana”.

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Integración social

¿Qué ocurre con los chicos y chicas que han sufrido experiencias adversas tempranas, por ejemplo, en ese momento en el que se incorporan a las escuelas a los colegios? “Es el primer paso para integrarse en la sociedad”, expresa la presidenta de Pétales. “Las reacciones de las que hablaba antes sobre el trastorno de apego, estas reacciones típicas de huida, de bloqueo y de ataque, son sus mecanismos. Han aprendido a desarrollarse desde muy pequeños y en realidad es una respuesta al sufrimiento que han experimentado, lo que pasa es que lo siguen usando en momentos en los que ya no están, en ambientes o contextos normales”.

Desde Petales apuestan porque “aprendan a reconocer esos síntomas en los colegios, en las casas, en los diferentes ambientes, sobre todo porque en esos momentos el niño, o el joven incluso, porque esto se mantiene en el tiempo, se está defendiendo de algo que él considera hostil, aunque no lo sea. O se está protegiendo o es su manera de pedir ayuda en la escuela. En las complicaciones, muchas veces es donde más se manifiestan, donde más se ven y donde las familias tomamos conciencia de los problemas”.

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Petales

Petales, la asociación de ayuda mutua de padres, familiares y afectados de Trastorno de Apego “nace sobre todo por el aislamiento de las familias”, explica Úrsula Martínez. “Tened en cuenta que lo que no se nombra no existe, no se conoce. Y cuando nadie te comprende ni te entiende terminas aislado. Ahí es donde surgimos para hacer fuerza, para entendernos entre las familias, para paliar la situación de exclusión que en cierto modo vivíamos, establecer los mecanismos de comunicación y ayudas con otras familias y también por la necesidad de buscar recursos sociales y sanitarios que se han adecuados para acompañar a nuestros hijos”.

“Nosotros ahora estamos trabajando muchísimo para conseguir aulas sensibles al trauma”, detalla la presidenta de Petales, “aulas preparadas para atender las necesidades de estos jóvenes. Y es fundamental la información y luego la formación y la capacitación dirigida a profesionales de la educación, profesionales de la salud, las mismas familias. En definitiva, atender las necesidades de menores y jóvenes traumatizados. Al fin y al cabo, cualquier tipo de trastorno de estos podemos considerarlo un trauma mantenido a lo largo de la vida”.