Tiempo muerto

Toledo

Estamos llenos de cosas, rodeados de cosas; útiles, inútiles, necesarias o innecesarias a ratos. Vivimos en un mundo de exceso programado: mucha ropa, muchos electrodomésticos, mucha comida, muchos teléfonos, muchas aplicaciones, muchas redes sociales. Hay mucho. Y también tenemos una sobreproducción de actividades y obligaciones que cumplir todos los días: muchas extraescolares, muchas consultas médicas, muchos supermercados a los que acudir, mucho deporte, muchos pasos que dar, controlados por nuestros relojes, muchas cenas, muchos eventos sociales.

Hay muchos muchos. Pero a veces la suma de los muchos da simple y llanamente la nada. En esta carrera frenética que llevamos por la vida, casi constantemente, como si nos persiguiera el tiempo, no nos quedan espacios fundamentales, que son los que realmente debemos cultivar.

A veces me descubro acariciando a mi gato, deprisa, porque siento que no tengo cinco minutos para mimarlo con calma; a veces me sobrecojo observando una rosa en mi jardín, que lleva ya semanas sin que haya reparado en ella, a veces me espanto pensando que veo a mis padres todos los días, pero no me siento tranquila con ellos, aunque solo sea a observarlos ¿ Desde cuándo no lo hago?

Nos hemos echado a la mochila demasiadas cosas, en estos tiempos modernos, demasiadas actividades programadas, demasiados horarios. Tenemos la agenda tan repleta que a veces lo único que tenemos es vacío. Les propongo, en estos tiempos frenéticos que vivimos, porque lo son y porque nosotros contribuimos a que lo sean. que se paren un momento, que aparquen el coche, el teléfono, el reloj inteligente.

Les propongo que se atonten mirando los ojos de sus hijos, que se tomen un tiempo para el silencio al lado de las personas que aman, que se centren en acariciar un tejido que les guste. Les sugiero que se tomen un tiempo muerto, para no hacer nada, ni siquiera hace falta que reflexionen. Solo paren. Todos sus sentidos se verán recompensados. Es una opinión de una Toledana de Toda la Vida.