Opinión

¿Será posible una guerra de CO2?

La firma de opinión del catedrático de Catedrático de Bioquímica y Biología Molecular de la Universidad de Castilla-La Mancha, Jorge Laborda

Jorge Laborda

¿Será posible una guerra de CO2?

Albacete

El año 2007, hace ya 15 años, inició sus operaciones la compañía Planktos. Esta compañía fue una de las primeras en proponer capturar CO2 de la atmósfera para mitigar el calentamiento global causado por las emisiones de este gas. La metodología propuesta por Planktos era muy controvertida. Se trataba de sembrar el océano con hierro para fomentar el crecimiento de fitoplancton, los organismos fotosintéticos microscópicos que se encuentran en la base de la cadena alimenticia de los océanos. Estudios anteriores habían demostrado que era la ausencia de hierro en las aguas oceánicas la que limitaba el crecimiento de estos microrganismos. En efecto, se comprobó que el sembrado de hierro causaba una explosión en su reproducción. Las aguas se teñían literalmente de verde por kilómetros y kilómetros cuadrados. Al crecer de esta manera, el fitoplancton capturaba el CO2. Al morir más tarde, el fitoplancton se hundía en el océano, dejando atrapado el CO2 capturado por siglos, estimaban los promotores de esta idea.

Puesto que el efecto que semejante experimento global iba a ejercer sobre la biosfera planetaria era desconocido, las actividades de esta compañía fueron internacionalmente prohibidas al poco de iniciarse. El CO2 atmosférico no se capturó, pero tampoco dejó de aumentar en sus emisiones. El calentamiento global continuó, con los efectos que tantos miles de millones de personas estamos ya sufriendo. La Organización Meteorológica Mundial advirtió el pasado miércoles 17 de mayo de 2023 de que probablemente todos los récords de temperatura van a ser batidos de aquí a 2027.

La realidad no es que sea tozuda, es que es inflexible. Por esta razón, tanto Estados Unidos como Europa han finalmente fomentado recientes iniciativas para estimular la captura del CO2 atmosférico por parte de las empresas cuya actividad incrementa su liberación, como las petrolíferas o las productoras de cemento. Las actuales tecnologías de captura no son tan arriesgadas como la de generar incontroladamente fitoplancton en medio del océano, y consiguen capturar el CO2 por medios físicos o químicos, no biológicos, y enterrarlo en las profundidades terrestres, no en las marinas.

Sería muy loable alcanzar así el objetivo de equilibro cero, es decir, capturar tanto CO2 como el que se emite a partir de, si fuera posible, mañana mismo. Sí, sería estupendo que pudiéramos al menos dejar las cosas como están ahora en términos de la cantidad de CO2 atmosférico. Sin embargo, incluso si los países más desarrollados trabajaran hacia este objetivo, otros países seguirían emitiendo más CO2 del que capturan. Incluso algunos países pueden estar interesados en que el calentamiento global continue, y empeñarse en seguir emitiendo CO2 para estimularlo, utilizando hasta carbón como fuente de energía. Por ejemplo, no creo que a Rusia, Canadá, Suecia o Noruega les importe demasiado que la temperatura global suba dos o tres grados. Eso podría beneficiarles. Otros países más al sur, como Estados Unidos, China, Japón, Francia, Italia o España, no estarán tan contentos con ese cambio de temperatura. Por ello, es posible que, en las próximas décadas veamos desarrollarse la que podríamos llamar guerra mundial climática del CO2, unos países eliminándolo todo lo posible de la atmósfera mientras otros se empeñan en lo contrario. Dice usted qué vaya guerra más absurda e improbable. Como si otras ya vividas no hubieran sido absurdas e improbables. Aún no lo hemos visto todo.