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Albacete

Votar me genera ansiedad.

No se si a todo el mundo le pasa lo mismo.

Yo al menos necesito saber que programa van a defender. O a intentar defender. O a procurar defender. Aunque al final se lo pasen por debajo de la pata.

Necesito analizar lo que han hecho en su trayectoria política.

Y necesito medir el porcentaje de “mentirosidad” que tienen en su cuerpo.

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Lo que no hago nunca es votar por tradición familiar. Eso lo dejo para la Semana Santa y para las Fiestas de Guardar.

Y según el balance, a los cuatro años, renuevo, o no, mi confianza en ellos. Llámame raro si quieres Pero al menos así vivo yo la gran fiesta de la Democracia. Por desgracia, en los últimos balances detecto que la clase política se ha deteriorado. Mucho…

Ahora se estila mucho eso de “donde dije digo, digo Diego”. Y sin reparo alguno, lo que un día defienden como blanco, al día siguiente y sin ninguna clase de pudor lo ven completamente negro e incluso si la audiencia lo reclama, hasta gris, gris perla o gris marengo. Todo por el pueblo, para el pueblo, con el pueblo….

Por supuesto, sin populismo alguno. Esta reflexión la hago después de estas elecciones que si no me dicen que se me ve el plumero. Lo divertido de todo esto es que todos los partidos parece que me lo ven. El plumero…

Y yo mientras tanto no se ni en donde lo tengo. Os cuento que escribo este artículo, viajando hacia Asturias en un tren lento, ridículo y obsoleto. Que desde luego, no creo que sea fiel reflejo de lo que “el pueblo” quiere y desea.

Me imagino que los políticos habrán prometido “al pueblo” un servicio de trenes en condiciones. Pero fíjate tú por donde, todavia no se ha resuelto. Y es que esto de prometer y no cumplir, por desgracia, se va convirtiendo en un clásico.

Y me viene a la cabeza la conversación prometida por el Partido Socialista de Albacete con los miembros de las Compañías Profesionales de Teatro, para antes de las elecciones que al final no se ha cumplido.

Ay, Emilio. Mal empezamos! O que en un alarde de sinceridad el Presidente “más progresista” de nuestra región, nos confiese que tiene un hijo de raza, todavía está sin especificar la raza en concreto, lo que sí sabemos es que hace prácticas en el cuerpo humano, mientras su pobre hermana tiene que conformarse en hacerlo de manera teórica.

Y con este discurso asquerosamente machista comparte con sus camaradas de partido a risotada limpia su progresismo recalcitrante. Podría seguir hablando de otros partidos y de otros candidatos y candidatas pero en este artículo, no me da tiempo.

Así que dejar de poner esa cara de disfrute que estáis poniendo. Y al que se va después de no hacer nada por nuestra ciudad, decirle que tanta gloria lleve como paz deja.

O dicho de una manera más popular: “Veste a la mierda” Perdonar por el exabrupto pero es que lo que veo, no me gusta. No me gusta por ejemplo la Red de Teatros que tenemos y mucho menos como se gestiona. Una Feria en donde no poder vender nuestro producto. No me gusta la falta de diálogo, a mi que me gusta hablar tanto.

No me gustan los continuos desplantes…. Que nos pidan el voto los políticamente correctos desprecios que hacéis a vuestros artísticos paisanos

No me gusta una Televisión de Castilla la Mancha…. Sin Castilla… Sin la Mancha… Sin Manchegos… Y sin Castellanos…..

No me gusta el servilismo feudal que imponen desde sus asientos calentitos, desde hace tiempo. No me gusta….

No me gusta ese miedo que parece que tenemos. Ese miedo injustificado en el que siento a la sociedad cada vez que escribo algo. No me gustan vuestras conversaciones soterradas, azuzando el fuego.

No me gusta que tiréis la piedra pero que escondáis el brazo. No me gusta cuando decís que “es lo que hay “ mientras ponéis cara de alucinados.

No me gusta vuestra inmovilidad mientras os están pisando.

No me gusta callarme porque engordo. Y de eso ya voy sobrado… Así que no me da la gana…. Y por eso, no me callo. Ala!!!.

Ya me he quitado la ansiedad que me da antes de ir al colegio electoral. ¿Estáis contentos?

¿Ya habéis votado? ¿Ya tenéis a vuestros representantes?

Pues ahora: Vigilarles. Exigirles. Observarles.

Y si no os gustan. Amaestrarlos.

Y si no se dejan en las próximas elecciones tenéis todo el deber de echarlos.