Arturo Gª Blanco: “El cómic y el cine están siempre detrás de mis obras”

Cuenca

Arturo García Blanco es el autor del cartel de las fiestas de San Julián de Cuenca de 2023. Nació en 1982 en la pétrea ciudad de Cuenca. Desde su más tierna infancia se convierte en un devorador de cine y cómics y es esta pasión la que más tarde le hará intentar contar historias a través de imágenes. Licenciado en Bellas Artes, ha desarrollado su labor en los campos del diseño, el cómic, la creatividad gráfica, la fotografía o el vídeo. Ha realizado multitud de ilustraciones para cartelería, por ejemplo para los festivales Bita y Titiricuenca, para la Semana de Cine de Cuenca o para el festival Poesía para Náufragos y ha ilustrado distintas obras literarias, entre otras Moflete, ya sabe contar y Moflete, el elegante de Agustín Porras, El Libro de las Mandangas de Darabuc, Papel de aguas de José Ángel García o Vivencias y confidencias de Enrique Domínguez Millán.

Desde 2006 hasta la actualidad trabaja en Grupo Desenfoque. Ha participado como artista plástico en numerosas exposiciones colectivas (en las conquenses Galería Jamete, Sala Marcos Garrote, Caja Castilla La Mancha y en la Escuela de Diseño de Zaragoza) y protagonizado varias muestras individuales en el Centro Cultural Aguirre de Cuenca en 2022, en el Teatro Auditorio de Cuenca en 2014, y en la Galería La Carbonería, también en Cuenca, en 2013.

Ampliar

Cerrar

¿Qué nos cuentas en el Cartel?

Pensando qué elementos podrían conformar esa llamada de atención que debe ser siempre un cartel llegué a la conclusión de que estaría bien utilizar como elemento principal las figuras de los tradicionales gigantes y cabezudos, probablemente sus más populares pregoneros. Una elección en la que por un lado seguro que influyeron bastante mis propios recuerdos de niño de su jaranero desfile callejero, pero también, por otro, porque me parecía que sus imágenes ponían especialmente de relieve las características de unas celebraciones como las de San Julián, a la vez históricas y populares y por ello momento de encuentro de la tradición con nuestro propio hoy. Y pensé también que su imagen podía valer para, por sí misma, trasladar a quienes la contemplasen la esencia misma, sin tener que representarlas, de las diversas actividades que las conforman. Y también pensé que los gigantes y cabezudos están tan ligados a estas celebraciones que con su imagen agrupada, formando piña, nos podían igualmente transmitir ese aspecto de celebración comunitaria que en sí mismas tienen estas fiestas. Y he querido darles una imagen eminentemente colorista buscando que, quien vea el cartel, coloque con su imaginación sobre el espacio en negro, sobre el que ellas se destacan, sus propios recuerdos personales de las fiestas que vivieron o de las que hoy desean vivir.

Ampliar

Cerrar

¿Qué te ha inspirado?

La verdad es que siempre es difícil saber lo que te ha inspirado porque no sabemos cómo funciona el cerebro pero desde luego la fantasía, los comics y el cine siempre están detrás de cada obra que realizo. Para la elección de su motivo central ya te he dicho que probablemente pesaron mucho mis propios recuerdos infantiles, pero en lo que se refiere a su concreta realización plástica he echado mano de un bagaje cultural personal, en el que, aparte también de mi formación en la Facultad de Bellas Artes, puedes encontrarte tanto a un genio del cómic como Moebius como a un ilustrador y diseñador tan conocido por sus trabajos para discos y libros como el estadounidense Milton Glasser.

¿Cómo son tus fiestas de San Julián?

Ahora las vivo sobre todo como padre, acompañando a mis hijas a la cabalgata, a las atracciones de la feria y a las demás actividades, pero siempre, desde muy niño, las he disfrutado mucho. Tengo sobre todo una gran vinculación emocional con el recinto ferial porque mi casa de la infancia estaba y está frente por frente de su misma puerta de acceso y cada vez que la visito me asaltan a la par los recuerdos tanto de mis años como de mis escapadas a él.

¿Tienes recuerdos de la feria?

Muchos, desde luego. Nunca he podido quitarme de la memoria los tan machaconamente repetidos anuncios de sus casetas de rifas como aquel, una y otra vez repetido, de “una chochona y otro payasete”, en tanto que el siempre presente olor a churros me transporta a un mundo mágico donde sigo paseando de la mano de mis padres para gastarme los dineros que me habían metido en el bolsillo mis abuelos. Creo que si cierro los ojos casi podría contemplar mi vida y el paso del tiempo sólo rememorando imágenes de la feria como mis primeros sustos cuando era pequeño en el tren de la bruja, la chica aquella que tanto me gustaba cuando, ya en la adolescencia, me la encontraba en la pista de los coches de choque o, ya que del paso del tiempo hablamos, ahí están por supuesto los conciertos, esos conciertos que también fueron de alguna manera marcándome el paso de una edad a otra hasta este ahora en que ahí me tienes, comprándoles unas salchipapas a mis hijas.