Sólo y solo por un beso
Hay una cultura del abuso que nosotras mismas hemos normalizado durante años

Sólo y solo por un beso - La mirada de Toledo (13/09/23)
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Toledo
Cuando Pau Donés decía aquello de “por un beso de la flaca daría lo que fuera” estaba haciendo, no sé si conscientemente o no, apología del consentimiento. Porque es obvio que ella no quería y por tanto él nunca la besó.
Todo lo contrario que Rubiales, que no solo en este famoso beso a Jenni Hermoso, sino en los últimos años se ha acostumbrado a utilizar su dinero, su poder o sus amenazas para conseguir todo lo que ha querido.
Lo que ha llevado a Rubiales, finalmente, a dimitir, no ha sido un beso. Ha sido la percepción de este personaje, por primera vez en muchos años, de que no iba a conseguir lo que quería. El beso no consentido a Jenni, el abuso de poder a una jugadora que acababa de ganar un Mundial, ha deshecho una estructura organizada por este señor y todo su séquito de abusos continuos, no a las mujeres solamente pero sí especialmente a las mujeres.
Mujeres que han tenido que soportar vejaciones verbales o físicas. Mujeres que han tenido miedo a quedarse embarazadas, mujeres que si protestaban eran tratadas como unas locas, descerebradas o niñatas.
Desgraciadamente no son las únicas. Hay una cultura del abuso que nosotras mismas hemos normalizado durante años. Porque nos ha parecido normal tener que hacer la cobra para evitar que un baboso nos bese, porque hemos tenido que zafarnos de situaciones incómodas cuando hemos salido de fiesta o en el trabajo, porque hemos tenido que buscar excusas cuando algún superior nos ha invitado a cenar, porque sabíamos que aquello no iba de cenar, porque hemos tenido que escuchar millones de veces cosas como “ sé que quieres, aunque digas que no” o aquello de “si en el fondo te gusta”.
Rubiales dimite sin arrepentirse de nada, porque efectivamente su comportamiento el día de la final del Mundial fue el habitual para él; lleva años pasándose por el forro todo. Por eso es incapaz de pedir perdón por sus gestos, sus actitudes y sus abusos. Dimite porque ese beso le ha puesto en un escenario desconocido para él, un escenario en el que sólo por un beso se ha quedado solo. Sus acólitos tampoco en esta ocasión le han acompañado y se han bajado de su barco. Por eso, lo que ha ocurrido no es sólo por un beso, aunque ese beso debería ser suficiente para haberle echado desde el primer momento. Es una opinión de una Toledana de Toda la Vida.




