Aquí las que mandan son las plantas

Albacete

Hola de nuevo a todos los oyentes de la SER.

Sí, de nuevo, porque hace algunos años compartimos algunos ratos en tertulias y breves charlas en esta misma emisora, teniendo siempre como hilo conductor el medio ambiente. Estamos, pues, entre amigos. Durante estos próximos meses hablaremos de temas de actualidad, de interacciones entre el ser humano y su entorno -su Oikos, de ahí la palabra ecología o ecosistema- que, a veces, han derivado en serias perturbaciones de esta casa que es la de todos. Porque el ser humano ocupa una ínfima parte en el conjunto de seres vivos que puebla la Tierra. En realidad, aquí las que mandan son las plantas.

Más del 97% de toda la biomasa del planeta, está formada por vegetales. Los seres humanos apenas ocupan el 0,01% de la vida conocida. Pero siendo tan pequeños, hemos sido capaces de modificar el clima, los suelos, los ríos, los océanos, de manera muy notable, y a veces, incluso, de manera irreversible. Hablaremos, claro, de nuestro entorno más próximo, de Albacete, de Castilla-La Mancha, que, para algunos de fuera es tierra dominada por llanuras y cultivos, pero que, en realidad, encierra una diversidad de plantas y animales muy importante. Para muestra, un botón: en la provincia de Albacete, tenemos más plantas únicas en el mundo (esto es, endémicas), que Bélgica, Dinamarca, o los Países Bajos, por ejemplo.

Dos de estas plantas endémicas se encuentran en Tobarra. Así que de erial, nada. Casi la mitad de nuestra Región está cubierta por bosques y matorrales muy diversos. De todo ello hablaremos, claro, como también de las graves amenazas que se ciernen sobre nuestra casa, nuestro Oikos. El calentamiento global, que ya sólo unos cuantos ignorantes niegan, los incendios forestales, consecuencia de este problema, ente otros, de la contaminación de nuestras aguas y de su sobreexplotación, de la contaminación atmosférica… Me gusta mucho empezar esta andadura al inicio de mi estación favorita, el otoño. Y más aún, después de haber pasado un verano tan tórrido, con tantas olas de calor, que uno no sabía ya si eran olas o mareas. Vendrán más, no os quepa duda.

El otoño viene por fin, y con él las lluvias, aunque a veces lo hagan de manera destructiva, otra consecuencia del calentamiento global. Hemos dejado de escuchar los chillidos de una de mis aves favoritas, el vencejo. Este verano se coló un polluelo de vencejo en mi casa, en Torre Pedro (una aldea de Molinicos). Gracias a los sabios consejos de los técnicos del centro de recuperación de la fauna silvestre, fue convenientemente examinado, anillado y lo alimenté con pequeños grillos que allí me dieron. Lo sacaba todos los días a fortalecerle las alas. Echaba a volar, pero caía a unos pocos metros. Un día, salí con él temprano. Le noté especialmente inquieto. Lo puse en la palma de mi mano y empezó a vibrar, como un motor al ralentí.

Lo dejé caer y empezó a aletear unos metros, pero antes de tocar el suelo, remontó y se fue volando hacia el sur. Quizá esté ya en el Africa Austral o al menos eso quiero pensar. Viene el otoño y, si salimos al campo, empezaremos a ver sus señales: los frutos de los rosales silvestres, los escaramujos, las zarzamoras, las quitameriendas en los suelos forestales y en las trochas, que parecen la flor del azafrán, los primeros bojines que anuncian la temporada de setas... Desgraciadamente los veranos actuales son casi 5 semanas más largos que a inicio de los años 80 en nuestras latitudes. Otro tributo al cambio climático.

Hablaremos de sostenibilidad y de las formas de medirla, de la Agenda2030 y de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, otro anatema para algunos. Acabo esta primera alocución con mi agradecimiento a Kiko Aznar y a la SER por brindarme esta nueva oportunidad de comunicarme con vosotros.

Un saludo y muchas gracias a vosotros, por escuchar estas breves pinceladas de ecología, que es la ciencia que estudia nuestra casa, nuestro Oikos, nuestro hogar.