Nada que celebrar
La firma de opinión de la catedrática de Trabajo Social de la Universidad de Castilla-La Mancha, María José Aguilar
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Albacete
La cumbre de Granada ha sido sin duda el mejor escaparate para vender muy bien la marca España. En este aspecto, la cumbre ha sido éxito.
Ahora bien, más allá de vender fenomenalmente bien nuestra marca de país, la cumbre no ha sido un éxito sino un fracaso.
¿Por qué afirmo que ha sido un fracaso?
Pues porque, si nos fijamos en el contenido de las dos reuniones celebradas, el resultado no es para alegrarse ni festejar.
Una de esas reuniones fue de eso que se inventó el presidente francés, Enmanuel Macron para visibilizar la soledad de Rusia, que se llama Comunidad Política Europea (CPE), que de momento es un cascarón vacío, sin definición política ni geográfica.
La otra reunión ha sido la del Consejo Europeo, cuya presidencia ostenta España en este segundo semestre de 2023. Por eso la cumbre la organiza España como anfitrión.
En la primera reunión hubo más puesta en escena que contenido real, ya que eso que se llama Comunidad Política Europea no es un organismo político sino un foro de concertación de posiciones sobre el apoyo a prestar a Ucrania. Y, de momento, nada más. En esta reunión, la imagen de España hacia el resto del mundo (lo que solemos llamar marca España) ha sido un éxito.
Pero en el aspecto político, no hay nada que celebrar: Las ausencias de los presidentes de Turquía y Azerbaiyán, para no tener que afrontar críticas por la brutal agresión a la población armenia, que está siendo una operación de “limpieza étnica” en toda regla; así como el debate sobre la posible ampliación de la Unión Europea y sus múltiples problemas, hacen que en esta primera reunión de la cumbre de Granada no se haya avanzado gran cosa en casi nada.
Y, con respecto a la reunión del Consejo Europeo, que se ha querido presentar como un éxito al desbloquearse el denominado pacto migratorio, pues la situación es realmente desoladora si analizamos su contenido. Porque no es una buena noticia, sino una noticia terrible: Terrible porque ese pacto europeo se basa en la aceptación de todas las exigencias de los países más xenófobos y racistas de la UE, con Polonia, Hungría, Eslovaquia, Austria y ahora también Italia a la cabeza.
Las únicas medidas de consenso de ese pacto se basan en repartir dinero a países del norte de África para que hagan de “policías y gendarmes delegados” y, sobre todo, en castigar brutalmente a las víctimas, a quienes se podrán aprisionar sin decisión judicial hasta durante casi dos años. Además, ese pacto no avanza y sino que retrocede en materia de derechos humanos y, de facto, eliminará el derecho de asilo. Con lo que el estado de derecho en que se asienta la UE quedará seriamente amenazado. A eso se suma el consenso para perseguir a las ONG que rescatan migrantes en el mar, tal como exigía Italia.
En definitiva, el desbloqueo del pacto migratorio constituye la mayor deshumanización de la Unión Europea que deja de ser una “Europa de los comerciantes”, para convertirse en una “Europa de los asesinos”.
Y esto, queridas oyentes, no es algo para celebrar: No es un éxito sino una vergüenza para la imagen de nuestro país, que además ofende y humilla a cualquier persona que se considere progresista.