Los políticos y sus principios
La firma de opinión del letrado, decano del Colegio de la Abogacía de Albacete y vicesecretario general del Consejo General de la Abogacía Española, Albino Escribano

Albino escribano, decano del Colegio de la Abogacía de Albacete / Cadena SER

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Los políticos y sus principios
Albacete
Decía Groucho Marx, tras proclamar enfáticamente sus principios, que si estos no gustaban tenía otros. La ocurrencia no tiene nada de chiste.
Para los que ya tenemos cierta experiencia en cuestiones electorales, observamos, elección tras elección, partido tras partido, que éstos proclaman unos principios en sus programas pero, si luego no les gustan, o no les sirven, tienen otros.
Esto puede confundir a los más jóvenes, cada vez más desapegados por otra parte de la política. Ello, claro, salvo que lleven haciendo oposiciones en el partido desde benjamines. Los jóvenes, evidentemente, se pueden sentir engañados.
Pero el resto de los ciudadanos debemos ser conscientes que la responsabilidad es nuestra: al fin y al cabo los políticos, y las políticas, son personas y, si queremos que sean perfectos, nos estamos engañando.
Ellos, y ellas, no engañan a nadie. Se mueven por sus principios: obtener el poder, un sueldo o la simple vanidad. Esperar otra cosa es estar expuestos al engaño.
Después de todo, el mundo no evoluciona tanto y siguen vigentes principios medievales. Tras la apariencia demócrata, justa y decente, se encuentra la estrategia y la astucia. Dentro del guante de seda encontramos la mano de hierro.
Ya decía Maquiavelo que no se puede ser bueno todo el tiempo sino queremos caer bajo otros que no lo son. Decía también Groucho Marx que la política es el arte de buscar problemas que no existen, encontrarlos en sitios insospechados, diagnosticarlos incorrectamente y aplicar remedios equivocados. Ese es el trabajo de nuestros políticos si seguimos a este filósofo de la risa.
Mientras, los ciudadanos tenemos que ir a lo nuestro. ¿Qué es lo nuestro?: pues trabajar y pagar impuestos.
Ante esa perspectiva, yo les propongo que nos rebelemos con la poesía. Y, siguiendo a Karmelo Iribarren, llevemos “La mirada al frente, la sonrisa a punto y los zapatos limpios. No lo olvides: ni una sola pista a los enemigos”.




