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La firma de opinión de la investigadora y decana de la Facultad de Medicina de Albacete, Silvia Llorens

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Albacete

Antes de ayer, se inauguraron en nuestra facultad de medicina y en nuestra ciudad, Albacete, las 95 jornadas estatales de estudiantes de Medicina. Es admirable el compromiso y la dedicación del alumnado de Medicina para solucionar problemas asociados tanto a la enseñanza de la Medicina como a las condiciones del presente y futuro laboral de la profesión médica. En la inauguración de las jornadas, pidieron a nuestra Vicedecana de Calidad y Responsabilidad Social, Mónica Muñoz, o como ellas la presentaron, “nuestra super profesora de anatomía”, que llevase a cabo la conferencia inaugural. La conferencia se tituló “Salud Mental, Estigma y Responsabilidad Social”, una conferencia que con tan solo 2 diapositivas no dejó indiferente a nadie en la sala. La Dra. Mónica Muñoz acabó su conferencia con el discurso final de Charles Chaplin en la gran película de 1940, titulada “El Gran Dictador”. Este discurso tiene validez en todos los años que han pasado hasta nuestros días. En estos tiempos convulsos la biopolítica y el biopoder ha encontrado en la empresa armamentística su sustento para manipularnos, fomentar el odio entre las personas, y sobre todo el miedo. El miedo, el arma más potente para poder someter y manipular la voluntad de toda una población. El miedo que comienza con dialécticas y peroratas violentas, de las que gobiernos y políticos mercenarios aprovechan para desestabilizar, crear el caos y fomentar odios irracionales, generando así ingresos a empresas/países cuyo mayor ingreso monetario es la producción de armas. Les he llamado gobiernos mercenarios porque están a sueldo de la creación de guerras, están sedientos de guerra. A los gobiernos mercenarios, y a los mercenarios terroristas no les importan las vidas humanas, no tienen ideales, solo les mueve la codicia.

Les dejo ahora con fragmentos de ese discurso final de esa gran película que, gracias a Mónica Muñoz he vuelto a escuchar:

Comienza así: “Pero... yo no quiero ser emperador. Ese no es mi oficio, sino ayudar a todos si fuera posible... Tenemos que ayudarnos los unos a los otros; los seres humanos somos así. Queremos hacer felices a los demás, no hacernos desgraciados. No queremos odiar ni despreciar a nadie. En este mundo hay sitio para todos y la buena tierra es rica y puede alimentar a todos los seres. El camino de la vida puede ser libre y hermoso, pero lo hemos perdido. La codicia ha envenenado las armas, ha levantado barreras de odio, nos ha empujado hacia las miserias y las matanzas.

Hemos progresado muy deprisa, pero nos hemos encarcelado a nosotros mismos. El maquinismo, que crea abundancia, nos deja en la necesidad. Nuestro conocimiento nos ha hecho cínicos. Nuestra inteligencia, duros y secos. Pensamos demasiado, sentimos muy poco.

Más que máquinas necesitamos más humanidad. Más que inteligencia, tener bondad y dulzura. Sin estas cualidades la vida será violenta, se perderá todo. Los aviones y la radio nos hacen sentirnos más cercanos. La verdadera naturaleza de estos inventos exige bondad humana, exige la hermandad universal que nos una a todos nosotros.”

El discurso continúa, y para los soldados pide lo siguiente: “Soldados, no os entreguéis a esos que en realidad os desprecian, os esclavizan, reglamentan vuestras vidas y os dicen qué tenéis que hacer, qué decir y qué sentir. Os barren el cerebro, os ceban, os tratan como ganado y como carne de cañón. No os entreguéis a estos individuos inhumanos, hombres máquina, con cerebros y corazones de máquina. Vosotros no sois ganado, no sois máquinas, sois Hombres. Lleváis el amor de la Humanidad en vuestros corazones, no el odio. Sólo los que no aman odian. Soldados: No luchéis por la esclavitud, sino por la libertad. Vosotros los hombres tenéis el poder. El poder de crear máquinas, el poder de crear felicidad, el poder de hacer esta vida libre y hermosa y convertirla en una maravillosa aventura.

En nombre de la democracia, utilicemos ese poder actuando todos unidos. Luchemos por un mundo nuevo, digno y noble que garantice a los hombres un trabajo, a la juventud un futuro y a la vejez seguridad. Pero bajo la promesa de esas cosas, las fieras subieron al poder. Pero mintieron;…”

Con estos fragmentos que aún me ponen la piel de gallina, me despido hasta la próxima semana. Buen fin de semana y gracias de nuevo, Mónica.

 

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