Homenaje a Encarnación Rodríguez

Albacete

Son tantos los conflictos, guerras internacionales, disputas nacionales, desacuerdos locales que hay días en los que es difícil salir de casa sin una mala sensación. Y, sin duda, esa mala sensación tendemos a transmitirla a todos aquellos que nos rodean, empezando por nuestras familias, nuestros amigos, nuestros compañeros de trabajo y, en general, con toda la gente con la que nos relacionamos.

Quizás el problema sea determinar que es lo que nosotros podemos hacer para evitar eso. Y sin duda que algo podemos aportar. Desde un punto de vista estoico, habría que distinguir entre aquello que está a nuestro alcance y lo que no lo está y, en consecuencia, obrar de la forma necesaria para tratar de evitar ese ambiente negativo con los medios a nuestro alcance.

En el ámbito de mi profesión, un jurista romano, hace cientos de años, estableció tres principios que pueden servirnos de guía, y que son: vivir honestamente, dar a cada uno lo suyo, no causar daño a otro. Es decir, hacer, con la máxima dignidad posible, lo necesario para que nuestra vida transcurra de una forma adecuada, aportando nuestro trabajo y dedicación y que los demás no se vean afectados negativamente por nuestros actos.

El problema son las interpretaciones. Luego vienen algunos que no comparten esos principios y se aprovechan de la bondad de otros.

Lo que si es indudable es que necesitamos referentes positivos. Y hoy me van a permitir que hable de una persona que constituye un referente personal, que nos dejó este verano y que hoy será homenajeada. Encarnación Rodriguez Cáceres, Presidenta de Amiab y Vicepresidenta de la Asociación de Mujeres Empresarias de Albacete y Provincia. Una persona que a pesar de su origen humilde y sus graves limitaciones físicas nunca permitió que esas circunstancias le impidiesen aportar todo aquello que tenía dentro y contribuir con ello a la sociedad en la que vivió. Y siempre de una manera comedida y con una sonrisa en la boca

Permítanme su recuerdo, y la necesidad de contar con referentes positivos reales. Evidentemente nuestra vida está llamada a desaparecer, pero si somos capaces de aportar algo positivo, nuestro legado y la sociedad sobrevivirán.