Una marea violeta imparable

Albacete

Este sábado en Albacete comentábamos que ojalá no hiciera falta salir a la calle cada 25N, que es el Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres proclamado por la ONU, dados los últimos acontecimientos y las cifras, había en general una sensación de impotencia y de profunda tristeza en toda la concentración.

Por suerte, un manifiesto transversal y contundente, y un movimiento integrador como la Coordinadora 8M de Albacete logró recargarnos de fuerza, y aunque emocionadas por los mensajes de las mujeres víctimas, con música y con energía, en Albacete, hombres, mujeres y personas de todas las identidades hemos dicho: Se acabó: nuestra lucha es global.

Sufrimos por ser mujeres violencia física, psíquica, patrimonial, cuya expresión más brutal es el asesinato. Queremos que se cumplan los Derechos Humanos y exigimos que las instituciones nos protejan. La foto de Albacete en esta marea violeta imparable sigue siendo esperanzadora porque es diversa a nivel social, político, ideológico e institucional, y porque se centra en lo importante, y es que las mujeres tenemos derecho a vivir libres, seguras y sin miedo.

Y es ese derecho a vivir, y no ser maltratadas, la lucha que nos une. Todas las personas somos necesarias en esta lucha, da igual el lugar o la forma en que decidamos hacerlo, desde nuestras familias, trabajos, amistades, desde una manifestación o una concentración es muy importante que no perdamos de vista que aquí el esfuerzo está en ayudar a las víctimas.

4.806.054 mujeres. Ese es el número exacto de españolas de entre 16 y 74 años a las que su pareja o expareja alguna vez ha humillado, amenazado, pegado o violado. El 28,7% de las que han tenido una relación. Es la cifra que refleja la primera Encuesta Europea de Violencia de Género (EEVG) en España, con datos de 2022, y que, al igual que los distintos análisis de los últimos años, apunta hacia las más jóvenes como aquellas que más la sufren.

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Y es ahí donde como sociedad tenemos la responsabilidad de poner en el foco, en la juventud. Olvidarnos de cualquier otro tipo de interés alrededor de la defensa por la Igualdad, y centrarnos en la prevención de la violencia con programas que desde la infancia enseñen a tener relaciones más sanas. La pornografía no puede ser la que eduque a la juventud en lo que son las relaciones, la educación afectivo-sexual es indispensable.

SOMOS UNA MAREA VIOLETA IMPARABLE, tenemos que serla mientras no haya un giro significativo y la violencia contra la mujer no acabe de una vez por todas: Trata, explotación sexual, violencia vicaria, mutilación genital, violaciones en medio de procesos migratorios y en espacios de guerra etcétera.

… Pero también somos lucha, somos voz y somos solidaridad, esa que mientras permanezca, nos da un poco de esperanza como humanidad.