La conservación de la flora también necesita financiación pública

Albacete

Para conservar especies de plantas, hay dos estrategias fundamentales: o conservarlas en el lugar donde se encuentran, en la naturaleza, o hacerlo guardando sus semillas en lugares apropiados para su posterior siembra y plantación, en esos mismos lugares. Ambas estrategias son, obviamente, complementarias.

En nuestra Región, hay una Ley que data de 1999, La Ley de Conservación de la Naturaleza de Castilla-La Mancha, que establece la necesidad de poner en práctica planes de conservación para aquellas especies de fauna y flora silvestres que se encuentren amenazadas o en peligro de extinción, con el objetivo de garantizar su protección, así como de los ecosistemas y de las áreas necesarias para ello. Al amparo de esta Ley, actualmente existen 12 Planes de Conservación aprobados para distintas especies amenazadas (7 de flora y 6 de fauna).

Si echamos un vistazo a la fecha de los últimos planes referentes a la flora amenazada, el más reciente data de 2005, y tiene como objetivo proteger a una planta exclusiva de ciertos parajes yesosos de Ocaña y Ontígola, en Toledo. Estas zonas con yesos son muy valiosas bajo un punto de vista de la diversidad vegetal.

Su aspecto árido, desprovisto de arbolado no es sino el reflejo de miles de años de adaptación a un suelo muy difícil de colonizar y extremadamente frágil. De igual manera ocurre con una pequeña planta que crece en los saladares de Cordovilla, Tobarra, y que sólo puede encontrarse allí, en todo el mundo. También esta planta tiene su correspondiente Plan de conservación.

Probablemente sin estas figuras de protección, que, entre otras cosas sancionan a quien dañe a estas plantas, habrían desaparecido fruto de alguna roturación, malintencionada o no. Desde 2005 no se ha incluido ninguna otra especie en el listado antes mencionado, a pesar de hay muchas donde elegir. Para proteger no basta con promulgar leyes, sino que hay que desarrollarlas y aplicarlas. Como decíamos antes, la otra fórmula utilizada por los científicos para conservar flora amenazada consiste en recolectar sus semillas y guardarlas en cámaras frigoríficas tras unos tratamientos previos que eviten su congelación.

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Esas colecciones se denominan bancos de germoplasma, y en el Jardín Botánico de Castilla-La Mancha, adyacente al Campus Universitario de Albacete, actualmente el número de taxones conservados supera el millar, reuniendo más de un millón de semillas. La mayor parte de este material genético ha sido recolectado en estado silvestre, aunque existe también un pequeño porcentaje que procede de las colecciones vivas del propio Jardín, del cual hablaremos más en detalle en futuras colaboraciones, así como del importante papel que juega en la enseñanza de nuestra flora regional, y en su conservación.

Jardín Botánico que, por cierto, inició su andadura por iniciativa de La Junta de Comunidades en colaboración con la por aquel entonces denominada Escuela Técnica Superior de Agrónomos, pero cuyo interés parece haber menguado en los últimos años, si es que el interés se mide por la financiación invertida para su funcionamiento y desarrollo.

La conservación de la flora de nuestros bosques, saladares, parameras, yesares, riberas de ríos, y tantos otros ecosistemas presentes en Castilla-La Mancha ha de ser motivo de interés por parte de instituciones públicas y también por la ciudadanía, puesto que conforman el patrimonio natural de la Región, que es tan valioso como el patrimonio histórico o cultural.

La mitigación de la crisis climática que ya tenemos encima, depende en buena parte de la diversidad vegetal. El interés se supone, lo que falta es financiación.

Feliz año.