Henriette, africana en Toledo: "Todos hemos nacido en el mismo mundo, no es entendible el racismo y la xenofobia"

Toledo

Esta semana en 'La vida de las palabras' hemos hablado de inmigración. Y lo hemos hecho con Henriette, una camerunesa que hace dos años llegó a España y en concreto a Toledo, donde intenta rehacer su vida sin poder despegarse de lo que allí dejó, visible a cada frase entre sus lágrimas. Allí era enfermera y tuvo que salir, rescatada por Cruz Roja, de una situación que estuvo cerca de costarle la vida. Allí queda su familia, con un hijo de 13 años y toda una vida donde el mundo la vio nacer. Ahora ha aprendido castellano, ha encontrado un trabajo y también el amor...lo que le ha permitido volver a ser madre hace apenas cinco meses. Ahora sueña con seguir formándose, volver a estudiar enfermería o algo que la acerque a su ámbito laboral natural y no, de momento no puede volver a su país de origen.

Un testimonio que merece mucho la pena y que hemos conocido tras escuchar un texto de Macarena Alonso llamado 'Yo, Shisé' y que nace de la experiencia que otro inmigrante contó en 'A vivir que son dos días', aquí en La SER un sábado por la mañana. En ese relato desgarrador de quien había llegado a España en patera nació un sentimiento de comprensión y sobre todo humanidad, porque tal y como ha contado la propia Henriette "todos hemos nacido del mismo Dios" y no merecemos la discriminación, la xenofobia y el racismo.

Según nos ha contado ella ha tenido mucha suerte, si bien es cierto que en todo momento ha estado arropada por Cruz Roja y allí ha podido -además de formarse y aprender castellano- conocer a otras personas inmigrantes, que no han tenido la misma suerte que ella pero con las que comparte la sensación y las vivencias de lo que supone tener que abandonar tu casa.

No hay que olvidar que muchos de los inmigrantes que llegan a Europa ocupan puestos de trabajo que nosotros no queremos y además están muy mal remunerados o en condiciones deplorables. Muchos son los ejemplos que hoy en día se siguen dando. Hay que abordar con frialdad y dosis de realidad que la inmigración, como concepto, es un drama..."porque nadie quiere salir de su casa y menos de una forma forzada". Lo sabemos en España, donde nuestros abuelos tuvieron en muchos casos que salir huyendo de una guerra y su posterior pobreza. Pero eso se olvida hasta que sentimos las lágrimas de Henriette, que dejó Camerún y aunque vive en España la felicidad que deja ver su sonrisa, no puede reprimir el llanto en forma de recuerdos todavía muy presentes de todo lo que dejó allí y extraña aquí.