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Que la noche no te confunda

Juan José Sanz Cid, Investigador Científico Museo Nacional de Ciencias Naturales (CSIC)

La mirada de Toledo - Que la noche no te confunda (23/01/2024)

La mirada de Toledo - Que la noche no te confunda (23/01/2024)

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Toledo

En estas noches frías del año es posible escuchar distintos sonidos muy fuertes que quizás te hagan sentir temor ante lo no desconocido. Pero no hay temor y espero que después de leer esto la noche no te confunda. Más bien son los cantos de distintas rapaces nocturnas que están buscando pareja, señalizando sus territorios a los vecinos y preparándose para iniciar la reproducción en breve. En los últimos años es frecuente que los búhos reales se adentren en el interior de las grandes ciudades y no es raro verlos en pleno día posados en grandes árboles o en la muralla de algunas ciudades, como es el caso de Toledo.

Quizás de todas las rapaces nocturnas las más conocidas sean los mochuelos o las lechuzas, pero en estas noches de heladas las que más escucharemos serán los cárabos (Strix aluco), búhos reales (Bubo bubo) o los búhos chicos (Asio otus). En el audio os dejo unos ejemplos de estos cantos.

Hoy os comento algunas características del cárabo porque es posible verlo a pleno día en el Parque de la Vega. Normalmente el cárabo pone los huevos en febrero, pero en estos días es posible ver a la pareja que ya se ha reproducido en un hueco de la Casa de Corcho. En los árboles cercanos es posible ver a la hembra con sus dos polluelos descansando de día. Esto supone que en vez de en febrero, esta pareja debe haber puesto los huevos en ¡pleno mes de diciembre! Os animo a verlos en pleno Parque.

El cárabo es una especie estrictamente nocturna que descansa en un posadero durante el día. Éste es generalmente la rama de un árbol, en la que permanece inmóvil todo el día. Es complicado verlo cuando hay hojas en los árboles pues su plumaje es un camuflaje casi perfecto. Esto es lo que se llama mimetismo. No tiene tanta tendencia como otros búhos a permanecer pegado al tronco del árbol y con más frecuencia se posa en la mitad final de una rama.

El cárabo es de tamaño mediano, más bien grande, destacando su ancha y fuerte cabeza desprovista de “orejas” como las que tienen los búhos (en realidad son plumas). Los ojos son muy grandes y tiene una mirada fija y fría. Curiosamente los agujeros de los oídos son grandes pero asimétricos. El derecho más grande y de forma diferente que el izquierdo. Esto le permite localizar los sonidos de sus presas que son principalmente ratones y ratas de forma precisa para iniciar el ataque con unas alas cortas y muy anchas.

Los cárabos, como el resto de rapaces nocturnas, cuando inician el vuelo por medio del batido de sus alas, no emiten ningún sonido. Es decir, realizan vuelos silenciosos para poder atrapar por sorpresa sus presas en plena oscuridad. Esto lo pueden hacer porque todas las plumas tienen bordes desflecados, lo que hace que el flujo de aire se descomponga en innumerables remolinos, tan diminutos como silenciosos.

En Europa tenemos tres fases o formas diferentes de plumaje. Unos cárabos son pardos rojizos, otros marrones y la tercera son grises. En la península Ibérica es más común la forma pardo rojiza y en el Norte de la península no escasean ejemplares de la variedad gris.

Lo dicho, si los oís “ulular” de noche disfrutadlo, pero más lo vais a hacer si tenéis la suerte de observarlo a pleno día en el parque posado sobre un olmo.

 

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