Opinión

Demasiados nervios y falta de consideración personal

La firma de opinión del abogado, decano del Colegio de la Abogacía y vicesecretario general del Colegio de Abogados de España, Albino Escribano

Albino escribano, decano del Colegio de la Abogacía de Albacete / Cadena SER

'Demasiados nervios y falta de consideración personal', la opinión de Albino Escribano

Albacete

A veces da la sensación de que todo el mundo está demasiado nervioso.

No es de extrañar ante situaciones verdaderamente trágicas de guerras, crisis o episodios lamentables de discriminación o de pobreza.

Hay motivos para preocuparse, aunque tales situaciones no las tengamos cerca: una mínima humanidad determina que la piel se erice ante lo que las noticias nos transmiten.

A ello hay que añadir los problemas laborales, familiares o personales que cada uno tiene y que, sin duda, debe resolver para continuar adelante, sin que el hecho de que otros estén peor pueda servir de consuelo en la mayoría de las ocasiones.

No contribuyen demasiado, como en otras ocasiones he expresado, la conducta de quienes nos dirigen en orden a poner un poco de tranquilidad. No tengo la menor duda de que su voluntad es sincera en orden a trabajar por mejorar las condiciones de vida de los ciudadanos y por resolver los problemas que se les pueden plantear.

Pero da la sensación de que están en otro mundo.

No es ya que prometan una cosa y no la hagan o hagan otra totalmente distinta, que eso ya parece que debe asumirse sin remedio. Tampoco que unos critiquen a los otros por lo que hacen y, cuando están en su misma posición no lo cambien. O que todo lo que hace el compañero político del partido contrario está mal y es perjudicial por definición. Eso, por reiterado, ya ni se tiene en cuenta.

Lo peor de todo es el comportamiento. La absoluta falta de respeto a la posición de los demás. La consideración del compañero de profesión como enemigo si no coincide con tu pensamiento concreto en el momento concreto. Y todo esto aunque, según las circunstancias, pueda llegar a ser el mismo.

Y, para concluir, el desprecio y la desconsideración personal.

No viven en otro mundo distinto del de la gente que sufre con sus problemas cotidianos. Pero parece que si con otras reglas.