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Nos comemos una tarjeta de crédito de plástico cada semana

Es a lo que equivale el plástico que comemos, bebemos o inhalamos

Green Days | Nos comemos una tarjeta de crédito de plástico cada semana

Green Days | Nos comemos una tarjeta de crédito de plástico cada semana

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Ciudad Real

El vertido del pasado 8 de diciembre del buque mercante Toconao, con bandera de Libia, que llegó a perder 26 toneladas de pellets en aguas portuguesas, nos ha llevado esta semana a hablar en el espacio 'Green Days' del impacto que tiene el plástico en nuestra vida diaria.

"Los pellets son bolitas de tamaño milimétrico, partículas que se usan generalmente como materia prima en la fabricación de artículos de plástico. Se funden y se moldean. El polietileno se usa para muchas cosas, desde bolsas de plástico, botellas de agua, envases o tuppers", explica Mariana Boadella, que añade datos como que en 2019 se produjeron 460 millones de toneladas de pellets de plástico y se estima que en 2040 se producirán 540 millones de toneladas si no hay acciones para reducir su producción.

¿Van a desaparecer con el tiempo?

Una de las características del material plástico es su alta durabilidad. Son materiales que resisten bien el paso del tiempo y son difícilmente degradables. El polietileno es, además, uno de los más resistentes.

Lo que suele ocurrir es que se van degradando en partículas más pequeñas. Es de esperar que se formen microplásticos más pequeños y finalmente contribuir al conjunto de los nanoplásticos que ya pueblan los océanos.

Cuando decimos que son resistentes es que "se cree que si Colón hubiera tirado una botella de plástico al mar, se estaría deshaciendo ahora.

¿Qué impacto?

El polietileno es inerte, pero lleva aditivos, y se trata de una contaminación que puede producir varios impactos en el medio marino. El principal: La fauna marina los puede confundir con comida y provocarles asfixia o acumularse en el estómago, y entrar en la red trófica.

Son muchos los ejemplos de daños a animales marinos, como las malformaciones en erizos de mar provocadas por compuestos químicos liberados por pellets recogidos en playas.

Solo es la punta del iceberg

"Los daños de los pellets de Galicia son solo la punta del iceberg" lamenta Mariana Boadella que espera "que si de algo ha servido esta 'marea blanca' es para que nos demos cuenta del enorme problema que tenemos con los plásticos".

Se estima que 8 millones de toneladas de plástico son vertidas cada año a los océanos, esto equivale a vaciar un camión de basura lleno de plásticos cada minuto. "Si no cambiamos de tendencia, en 2025 nuestros océanos tendrán 1 tonelada de plástico por cada 3 de pescado, y en 2050 (dentro de 26 años) habrá más plásticos que peces", advierte, recordando que "se calcula que los océanos albergan ya más de 150 millones de toneladas de basura plástica desde hace apenas medio siglo".

De todos los desechos plásticos, un tercio de ellos termina en suelos o masas de agua dulce y se estima que la contaminación terrestre por microplásticos es de 4 a 23 veces más alta que la marina. Una cifras que "requieren un cambio radical en la gestión de los plásticos"..

La demanda de materia prima de plástico es enorme: la producción global de plásticos ha aumentado desde los 2 millones de toneladas en 1950 a aproximadamente 400 millones de toneladas en 2018.

Si no hacemos nada, la previsión es que la demanda crezca continuadamente hasta superar los 1.000 millones de toneladas en 2050.

Nos comemos una tarjeta de crédito a la semana

Además de estar presentes en océanos y en la tierra, los microplásticos entran en los seres vivos a través del aire que respiramos y por los alimentos y las bebidas que tomamos. Un estudio realizado por la Universidad de Newcastle sugiere que las personas estamos consumiendo alrededor de 21 gramos de plástico al mes, poco más de 250 gramos al año. "Esto es lo mismo que triturar una tarjeta de crédito y comértela cada semana".

Los efectos específicos de la ingestión (e inhalación) de microplásticos en la salud humana aún no se conocen con exactitud. Hay estudios observacionales en personas expuestas a altas concentraciones de microplásticos, experimentos con animales modelo y cultivos celulares, que sugieren que los microplásticos podrían tener efectos negativos sobre el sistema inmune, la reproducción y el desarrollo. Hace falta más investigación.

¿Qué podemos hacer?

Siempre hay algo que podemos hacer. Los 3 ámbitos en los que se tiene que actuar son: las administraciones públicas, las empresas y los consumidores.

Las administraciones públicas pueden regular muchísimas cosas, pero en el caso de los vertidos de pellets: de media se pierden en torno a 1300 contenedores al año a nivel mundial. Los expertos piden que la legislación obligue responsables de las navieras a que coloquen los contenedores de pellets en lugares seguros del buque. También medidas para reducir la contaminación por pélets procedentes de vertidos en tierra. El objetivo es que los operadores que manipulan estos productos en la UE adopten las medidas de precaución necesarias. La UE ya está trabajando en ese sentido… ha regulado plásticos de un solo uso, microplásticos directos (purpurina,…)

En cuanto a las empresas, Mariana Boadella advierte: "qué no nos vendan la moto del plástico reciclado, porque eso es seguir consumiendo plástico y seguir procesándolo. Eso no es ser sostenible. Hay que trabajar de verdad para reducir el plástico. "En el súper es deprimente la cantidad de envases que hay. Qué quiten las bolsas y las pongan de papel", sugiere, "y pronto todos nos acostumbraremos a llevar bolsas. Que se invierta de verdad en alternativas".

También los consumidores podemos hacer muchísimo!. La R de reducir aquí es la clave: Pararnos a pensar si el plástico que estamos consumiendo es realmente necesario.

"Las bolsas de plástico no las necesitamos, mejor de tela y los tupper, que sean de cristal, ya que será mejor para nuestra salud", aconseja Boadella que hace otra recomendación: tenemos el agua potable más controlada sanitariamente de la historia por lo que se puede beber agua del grifo. Si no nos gusta el sabor, se puede comprar un filtro, que saldrá mucho más barato que los 1000€ de más que pagamos en botellas de agua.

"El plástico fue un gran invento en su momento, pero es un gran desastre", concluye.

 
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