Imagina Talavera

Talavera de la Reina

Imagina Talavera hace unos días, esa Talavera donde la Providencia deja a los espíritus ilustres como el de Juan de Mariana volver cada cien años.

Venía de Toledo, donde le alegró saber que ya no había como 1924 una dictadura, ni tampoco el absolutismo de un par de siglos atrás. Sino una democracia, algo más cercano a su idea de la soberanía popular. O eso al menos creía él...

En 1924 le había sorprendido el tren, ese invento que podía hacer en una hora lo que en su época era el trayecto de dos jornadas en mula. Pero ahora ve, con asombro, que un siglo después todavía no hay un tren directo a su ciudad. Al llegar, encuentra más gente, y edificios altos, pero también más humo, y automóviles por todas partes... Agobiado, pregunta por el tranvía del que le hablaron hace un siglo, y ve nueva basura, algo que llaman plásticos, y que parece que lo invade todo, cuando el viento lo esparce por las calles, y ve la Alameda sin árboles, y el Tajo sin agua... y comprende las quejas del pueblo -que decían en su época-, pero no comprende que quienes gobiernan no escuchen, ni resuelvan, ni que el mismo pueblo parezca resignarse a que no se solucionen asuntos tan de sentido común.

Imagina entonces que el ilustre talaverano, al caer ya la tarde, acude a su plaza, a su homenaje, y dice: la soberanía popular, la que yo imaginaba, de la que escribí, aún espera en las páginas dormidas, aún está pendiente.