El político jefe
La firma de opinión del actor, director teatral y dramaturgo Juanma Cifuentes
'El político jefe', la opinión de Juanma Cifuentes
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Albacete
De joven…
Y tras tener que aceptar, por narices, después de haber hecho una consulta popular, las mentiras políticas del partido al que votaba.
Me convertí en una especie de “autómata criticador" insoportable.
Como ya se me miraba mal, debido a mi insistencia en atacar a la decisión tomada, pues para mi, era una obviedad que se habían pasado por debajo de la pata la popularidad de nuestra consulta.
Tras una larga reflexión decidí dejar de criticar y ponerme manos a la obra para cambiar el Mundo, bueno si no el Mundo, el País, o la Región, o la ciudad.
Me daba igual, el caso era acabar con la mentira política como fuera. Me leí los idearios de todos los grupos políticos. Y tras muchas reuniones, soflamas, escuchas, debates y reflexiones…
Encontré uno que me convenció, por cuadrar con mi manera de ver la vida. Así que me afilié. Todo lo que ocurría en aquella organización era fascinante y me embriagué de política como nunca antes me había embriagado.
Pasé de ser un “autómata criticador” a un “autómata embriagado”. Todo lo que se hacía me parecía bien. Estaba de acuerdo con el equipo Por primera vez en mi vida hice equipo.
Anteriormente no me interesaba mucho lo de el equipo, pues el único al que podías “afiliarte” era al del futbol. Y a mi eso de dar patadas a un balón como que me sigue pareciendo una gran tontería. Pero el caso es que tenía un equipo.
Con una equipación entera.
Con su Político Jefe por bandera.
Estando yo en aquel delirio del equipo, poca cuenta me daba de que mi equipo de vez en cuando “hacía aguas”.
Pero no me importaba. Yo era un soldado raso. Seguro que el Político Jefe tomaba aquellas iniciativas tan alejadas de nuestras ideas con una precisa estrategia.
Estaba seguro Confiado Alienado Confundido Pero seguro del gran Político Jefe Poco a poco y tras muchas “Politico Jefadas”, sin precedentes, me tuve que tragar mis pensamientos y mi “autómata criticador” volvió a resurgir.
Lo que hasta ese momento me era defendible, se convirtió en preocupante y así se lo hice ver al Político Jefe. Para subsanar mi preocupación, el Político Jefe consideró oportuno saltarse las normas establecidas.
Así sin comerlo, ni beberlo me propuso ser uno de los “peces gordos” del partido… Lo de el “pez gordo”, no me lo tomé a mal, pero era por una cuestión obvia.
No le importó, ni mi formación, ni mis capacidades, ni mis encantos, ni mi verdadera ideología, lo único que le preocupaba era callarme la boca. Yo la boca, no la cierro muy a menudo, como habrán podido comprobar todos los que me han visto alguna vez, mis ciento quince kilos lo avalan.
Y tras hacerle ver lo que era obvio de aquella decisión, pasé de ser “una gran promesa en alza” a:
Un indeseado.
Un apestado.
Un “porculero”.
Una “mosca cojonera”.
Un facha.
Por cierto desde entonces han utilizado tanto el termino, tan reiterativamente… Tan ligeramente. Y tan mal.
Que han conseguido que en esta época ser un facha, no significa nada. Le han desprovisto al término de su terrible significado.
Y han convertido a casi todo el territorio Nacional e Internacional en fachas. Con lo que ya son mayoría.
A mi por supuesto me borraron del partido, de las subvenciones, de los cargos públicos, del sueldo vitalicio, de las ventajas fiscales y del Sursum Corda.
El Politico Jefe siguió vinculado con el poder. El Político Jefe siguió incumpliendo su programa.
El Político Jefe… Tal cual me dijo… Sigue el suyo propio… Que es tener al final de su carrera una buena jubilación.
Al Político Jefe, ya os digo yo que no le hace falta una jubilación…
Y ahí sigue el Político Jefe a su “chano chano”.
Al Político Jefe, le sigue votando la gente.
Así que he llegado a la conclusión de que el Político Jefe, es un genio.
Y los afiliados al Politico Jefe también.
El problema lo tenemos los ciudadanos que hemos convertido al Politico Jefe en un representante de Dios en la tierra.
Así que para honrar al Político Jefe, os propongo hacer una gran escultura que se vea hasta en la luna Situarla en el centro del País…
Si es que somos capaces de encontrar en dónde se encuentra en estos momentos.
Y mostrarle al Mundo entero nuestra admiración, veneración, y culto a la todo poderosa MENTIRA.