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Los aljibes de la Mancha, ingenios para guardar el agua en una tierra seca

Desde los primeros vestigios de la edad del Bronce a los subterráneos de las casas-cuevas típicas del paisaje manchego

Los aljibes de la Mancha, ingenios para guardar el agua en tierra seca

Los aljibes de la Mancha, ingenios para guardar el agua en tierra seca

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Cuenca

Los aljibes protagonizan este programa de La memoria de la tierra que emitimos en Hoy por Hoy Cuenca los miércoles cada quince días. Eduardo Bollo, de Vestal Etnografía nos ha contado más de estos ingenios que sirven para captar y almacenar el agua de lluvia.

“A pesar de ser una solución que está presente desde la Prehistoria, fue adoptada y popularizada por los romanos”, explica Bollo “y ha llegado hasta nuestros días por parte de los árabes que extendieron su utilización. De hecho, la misma palabra proviene del vocablo al-Gubb, que significa la fosa. Es lógico que se extienda por la cultura árabe, procedente también de regiones semiáridas, lo que es muy importante, como veremos más tarde”.

La importancia de los aljibes

“Desde Vestal Etnografía estamos realizando una serie de proyectos en la Mancha Húmeda, en particular, en los municipios toledanos de Lillo y Quero y en Ossa de Montiel, ya en Albacete”, describe Bollo. “La Mancha, como muchas otras regiones de España, como el Sureste, son semiáridos, así que se aprovecha toda el agua. Pero la Mancha, aunque árida en apariencia, aguarda un gran secreto en sus entrañas: su extendida red de acuíferos que hacen de lo a la vista seco un vergel”.

“La solución es ardua pero sencilla: cavar hasta sobrepasar el nivel freático del acuífero, es decir, construir un pozo. En caso contrario, aunque complementario, pueden diseñarse estructuras que almacenen el agua de lluvia. Dicho de otro modo, construir aljibes”, explica Bollo.

Desagüaero del silo.

Desagüaero del silo. / Vestal Etnografía

Registros

“A pesar de su extensión en uso en época romana, la apuesta por el agua de lluvia tiene orígenes prerromanos. Desde la Edad del Bronce existen yacimientos que demuestran la existencia de aljibes en torno a los poblamientos, en general, en los diferentes Cerros Testigo de la Mancha.

En su origen, no hay mucha distinción entre lo que sería un aljibe y una alberca. En terrenos calizos, también se llaman, en ocasiones, calderones: hondonadas donde se acumulaba el agua, formando lagunillas artificiales, que eran aprovechadas en su mayoría para abastecer al ganado. Con el paso del tiempo, estos ingenios fueron diferenciándose, recubriendo la hondonada o excavación y dando lugar a lo que hoy conocemos como aljibes, que no son más que pozos someros”.

“Como norma general, desde la acequia de alimentación o “boquera” se capta el agua de lluvia. De ahí, tras el paso por un decantador que elimina los residuos sólidos, se almacena el agua en un vaso”, detalla Bollo.

Esquema aljibe tradicional. Fuente: Box Amorós, M. (1995). Un aprovisionamiento tradicional de agua en el sureste ibérico: los aljibes. Investigaciones geográficas. 1995, nº 13, pp. 91-106.

Esquema aljibe tradicional. Fuente: Box Amorós, M. (1995). Un aprovisionamiento tradicional de agua en el sureste ibérico: los aljibes. Investigaciones geográficas. 1995, nº 13, pp. 91-106. / Vestal Etnografía

Aljibes excavados

“A simple vista, no habría mucha diferencia con un pozo somero. Aprovechando las mismas vaguadas, se capta el agua de lluvia, ayudándose o no con muros de contención. Se suelen aprovechar, en el caso manchego, afloramientos cuarcíticos, que son impermeables, para evitar que se infiltre el agua en el acuífero”.

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Casas-cueva

“Otro elemento similar serían los depósito que había en los silos, construcciones tradicionales de algunas zonas de la Mancha, al estilo de casas-cueva, pero completamente bajo tierra. Al estar en general en terrenos calizos, el agua se filtra, por lo que era habitual que contaran con un desaguadero o xaguaero al final de la rampa de acceso para evitar que al agua entrara en la vivienda”.

Cerro de San Antón, en Lillo (Toledo), cerro testigo manchego, donde se sitúa un aljibe.

Cerro de San Antón, en Lillo (Toledo), cerro testigo manchego, donde se sitúa un aljibe. / Vestal Etnografía

Consumo responsable

“Cada vez llueve menos y hay periodos secos más pronunciados, por lo que debemos aprovechar mejor el poco agua que tenemos disponible”, reflexiona Bollo. “Que las comodidades no nos hagan olvidar la importancia y fragilidad de lo que tenemos. Recordemos voces como la de Tomás, apodado como Cubillo, una de las personas que nos ha regalados u testimonio en esta investigación sobre los aljibes en la Mancha, nos contaba cómo bebían de los mismos charcos donde habían estado los perros. Como él mismo decía, en aquellos tiempos toda agua era buena. Adaptarse a un entorno donde llueve poco es algo a destacar”.

Paco Auñón

Paco Auñón

Director y presentador del programa Hoy por Hoy Cuenca. Periodista y locutor conquense que ha desarrollado...

 
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