La Ventana de Castilla-La Mancha
Sociedad

¿De qué depende la felicidad? ¿se puede medir?

El Observatorio de Intangibles y Calidad de Vida de la UCLM analiza, con encuestas múltiples, indicadores que tienen que ver con los entornos residenciales, familiares o laborales

¿De qué depende la felicidad? ¿se puede medir?

El Día Internacional de la Felicidad se conmemora cada 20 de marzo, establecido de esa manera por la Asamblea General de las Naciones Unidas. El propósito de este día es reconocer la relevancia de la felicidad y el bienestar como aspiraciones universales en la vida de los seres humanos y resaltar la importancia de estos elementos en las políticas públicas.

Con el objetivo de conseguir esa meta, a través de la medición de datos, desde hace unos años existe en la Universidad de Castilla-La Mancha el 'Observatorio de Intangibles y Calidad de Vida'. Con este observatorio se intenta transferir a la sociedad la información científica sobre cuestiones socio económicas de interés: felicidad, calidad de vida, relaciones laborales, crisis y mucho más.

Según el coordinador del Observatorio, Víctor Raúl López, el proyecto nació con la inquietud de que no se tuviese "solo al Producto Interior Bruto (PIB) como única medida". El Observatorio analiza "cómo la sociedad vaga por este mundo". Y así, a través de encuestas múltiples a nivel nacional, se toma la referencia de algunos indicadores, que atienden al entorno residencial, familiar y laboral del individuo.

Precisamente ese último entorno, el laboral, es clave para la búsqueda de la felicidad. "Si alguien no tiene trabajo, no se siente feliz". Los más felices socialmente son aquellos con mayor nivel de estudios, rentas altas, mediana edad y que trabajan en el sector público.

La brecha digital repercute en la felicidad de los mayores de 50 años que "se sienten inútiles y vulnerables"

Además, también han observado que la capacidad digital es un sesgo para ser feliz. Y es que, "los mayores de 50 años, a pesar de estar satisfechos con su vida, son menos felices porque se ven vulnerables por la desconexión digital". "Esa desconexión digital les hace sentirse inútiles y rechazados por la sociedad", ha detallado. La tendencia es que vamos a una sociedad que va "más rápida, más conectada y más sostenible" pero "en el camino nos estamos dejando a grupos importantes".

También desde el Observatorio tienen la certeza de que las secuelas que dejó en los jóvenes la época más dura de la pandemia de COVID, "se van atenuando" ya que "desde el 2022" esas secuelas se van reduciendo. "La tendencia es buena pero hay que terminar de 'curar' a nuestros jóvenes". El problema mayor ahora en los que tienen menos de 30 años "está en que les preocupa su situación laboral".