La columna de opinión del profesor de historia en el instituto Gabriel Alonso Herrera, ensayista y activista político; Fidel Cordero

Talavera de la Reina

Imagina una Talavera como la quieren algunos, sin eufemismos progres, sin la tiranía que denuncian de la corrección política, donde se hablase claro. Imagina que no nos dominase ese partidismo vacío que las mismas voces denuncian, y hubiera debates reales y soluciones reales. Sin votos sectarios, facilitando de verdad la participación de la gente, de la gente común, trabajadora, de nuestra ciudad y nuestra comarca. Imagina que se redujera la burocracia, toda esa que critican que viene de Europa, y que no hubiera formalismos legales, sino una ley de sentido común, que favoreciera lo que pide el sentido común.

Imagina esa Talavera, en la que entonces podríamos dedicarnos a limpiar la ciudad, a tener energías también limpias, sin ruido ni humos, ni dependencias exteriores... podríamos cuidar el arbolado, lo verde, nuestra gran Vega descuidada, para convertirla en una zona fértil, productiva. Podríamos peatonalizar las calles, recuperándolas para las personas, haciendo que los coches y los transportes fueran más eficaces, al no interferirse y quedarse en las afueras. Podríamos tener un trabajo garantizado, incluyendo unas tareas domésticas compartidas, cooperando. Podríamos tener también entonces esa libre iniciativa que se demanda, garantizada, apoyada desde un sector público que sirviera de respaldo. Y que no perdiera el dinero en manos de políticos corruptos, ni de especuladores, con lo que habría también una vivienda accesible para todas las familias, y eficiente energéticamente, para vivir de una forma más confortable. Para invertir nuestro tiempo de una forma constructiva, que implica siempre Pacífica, sin pagar tantos impuestos para alimentar guerras ajenas... entonces Talavera, esa Talavera imaginada, sería un ejemplo, un modelo de otro mundo mejor y posible.

Eso sí que sería de verdad salir de la Matrix, tomar la red pill, y liberarse ese discurso ya cansino, desde hace veinte años al menos, que nos habla de tradiciones y de normalidad y de ultraliberalismo como soluciones mágicas, rompedoras, cuando lo único que intentan es volver a un pasado fallido. Y mantener los vicios del presente. Responsabilizando encima de la falta de futuro a un supuesto progresismo hegemónico, que efectivamente no es más que un discurso vacío. Tan vacío y tan ilusorio como su supuesta alternativa desde la derecha alternativa.