Imagina una Talavera... del Tajo

Talavera de la Reina

Donde el río fuera un río, y no un vertedero de ciudades supuestamente superiores, desangrado continuamente por otras Vegas periféricas que parece que tienen más derechos que la propia, que la nuestra.

Imagina una Talavera de la vega del Tajo, donde más temprano que tarde se abrieran las grandes alamedas, para que pasearan no sólo la mujer y el hombre libres, sino adueñadas por fin de su ciudad, hecha de verdad verde, para su disfrute. Una ciudad cara al río fértil y sonoro, y no cara al sol abrasador y sordo. Una Talavera con una comarca cuyas Vegas se parecieran a esos proyectos de la Reforma Agraria donde rodeaban el río campos de cultivo cuidados, colectivos, en los que finalmente, después de siglos de dominio feudal, había encontrado la buena gente de la tierra un lugar donde desarrollar su actividad. Imaginad una Talavera del Tajo, y no de ninguna reina. Que recordara esa leyenda sangrienta de las ambiciones regias, de los celos y el concubinato y la crueldad, como algo ya muy lejano, propio para contar historias de terror a la gente curiosa y representar escenas a esos grupos de visitantes ansiosos de descubrir el encanto y la memoria de nuestras piedras.

Imagina una Talavera, así, donde los juegos de Tronos fueran solamente memoria de una piedra sepultada entre ortigas. Imagina esa Talavera del Tajo, como la imaginaron nuestros abuelos, nuestras abuelas, cuando creyeron que una república ciudadana podía sustituir tantos siglos de caciquismo y superstición, que por fin iban a ser dueños de sus recursos y de su destino, que iba a haber una racionalidad feliz, como hoy día soñamos en el paraíso sostenible, que se impusiera sobre los afanes egoístas, los rencores y la irracionalidad..

Imagina esa Talavera, de ayer mismo, de otro catorce de abril.