Imagina una Talavera, generosa. Simplemente eso

Talavera de la Reina

Que tuviera esa generosidad que se agradece, desde la primera hora de la mañana, cuando al cruzar un paso de cebra ves que frenan despacio y te ceden amablemente el paso. La que siente quien llega a una rotonda y ve que quien ha llegado después por otra vía le cede el paso, sin intentar imponerse por llegar más fuerte.

Esa generosidad, cotidiana y trivial, que te agradece alguien cuando en la cola del supermercado llevando pocos productos le dejas pasar antes de tu carro lleno.

Imaginemos esa generosidad de quienes enseñan, cuando regalan unos minutos o unas horas o a veces días enteros de su tiempo propio, para acabar de explicar a sus estudiantes algo que no acaban de comprender bien.

Imagina la generosidad de quienes contratando a su gente trabajadora no están pensando en darles el mínimo, o incluso menos, ni en contabilizarles y pagarles menos horas de las que realmente trabajan, sino por el contrario un poco más.

Imagina una Talavera en la que no tuviéramos que avergonzarnos, como en algunas grandes ciudades cercanas, de estar intentando abusar de quienes nos alquilan una vivienda; sino que pudiéramos decir con orgullo que aquí intentamos que los alquileres sean razonables, para que cualquiera pueda acceder a vivir en nuestra ciudad, en nuestras casas.

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Imagina una comarca donde quien nos vende lo que aquí se produce intentase dar un buen precio a las familias que le compran, y también tener esa misma generosidad cuando se trata de pagar a quienes producen, a esa agricultura y ganadería locales. Y que éste fuera también un sector generoso, sin ansia de acaparar más agua del que le corresponde, ni de devorar otros recursos, que tuviera esa generosidad con la Naturaleza de la que vive.

Imagina que en esa Talavera generosa cualquiera se sintiera llamado, cuando ve el horror de la guerra, a apoyar solidariamente la llamada a la Paz, a disfrutar de una paz al menos como la nuestra, y por ahí que se ofreciera generosamente la mediación, y la negociación, y la voz serena pero exigente, demandando cumplir con esos derechos humanos mínimos de entrada. Y con algo más luego, con esa Fraternidad universal, generosa, que debería ser nuestro único Deber.

Imagina que ese espíritu generoso talaverano, que vamos a ver y a sentir este jueves 25 en el XIII maratón de Donación de nuestra propia sangre, fuera el espíritu de nuestra ciudad, siempre.