Madre Tierra
La firma de opinión de la catedrática de Trabajo Social y Derechos Sociales de la Universidad de Castilla-La Mancha, María José Aguilar
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Como cada 22 de abril desde 2005, hoy se celebra el Día internacional de la Madre Tierra. Llevamos más de medio siglo intentando sensibilizar a los líderes mundiales sobre la magnitud de los problemas ambientales. Recordemos que la Primera Cumbre de la Tierra se celebró en Estocolmo en 1972. Pero nuestros líderes, más allá de meras declaraciones, no están realmente comprometidos con el cuidado de esta Madre Tierra de la que dependemos para vivir.
Por querer ser ricos, estamos destruyendo la única y verdadera riqueza que tenemos que es la vida en este planeta finito, al que maltratamos cada vez más y peor. Restaurar la Tierra del daño que sólo la especie humana le estamos causando es una cuestión de mera supervivencia. La pandemia del coronavirus ya nos demostró que la salud humana está íntimamente relacionada con la salud del planeta. Porque el maltrato de los humanos a la Tierra, la pérdida de biodiversidad, la deforestación, la producción agrícola y ganadera intensiva, son factores que aumentan la transmisión de enfermedades infecciosas de animales a humanos.
Aunque sólo fuera por puro egoísmo, deberíamos preocuparnos y exigir a nuestros líderes que se ocupen, del cuidado de esta Tierra que es la Madre que nos da vida. Debemos invertir en nuestro planeta, que es la casa común que habitamos los seres humanos. Pero en lugar de invertir en el planeta, estamos invirtiendo en guerra, muerte y destrucción.
Ayer, 21 de abril, fue el Día internacional de la creatividad y la innovación. Pero si la innovación se pone al servicio de la destrucción del planeta y de la muerte de seres humanos, entonces como especie, todas y cada una de nosotras, por acción o por omisión, estaremos malditas para siempre.
La codicia de unos pocos, muy pocos, domina hoy las grandes decisiones de nuestros líderes. Cuando el criterio que debería guiar sus decisiones debe ser el buen vivir, el cuidado de la virtud común y la vida en armonía, equilibrio y plenitud de todas las personas. Algo que es totalmente factible para todos los seres humanos que habitamos el planeta Tierra, pero que resulta incompatible con la codicia de esos pocos que nos están llevando al abismo de la destrucción.
La Madre Tierra sobrevivirá sin la especie humana. Pero nosotros, los seres humanos, no podemos sobrevivir sin nuestra Madre Tierra. Recuerden esto no solo hoy, sino cada día de su vida. Y especialmente cuando tengan la oportunidad de elegir a quienes tomarán las decisiones que a todos nos afectarán en Europa y en nuestro país.