Pedalear
La firma de opinión de la investigadora y decana de la Facultad de Medicina de Albacete, Silvia Llorens
'Pedalear', la opinión de Silvia Llorens
Hay algunos días en que parece que una ola de mal rollo acompañe a las personas. Ese “mal rollo” es la máquina que siembra esas semillitas que destrozan poquito a poquito el bienestar de una misma o de las personas que tienes al lado. Hoy es uno de esos días en los que enciendes el ordenador a las siete de la mañana y ya te encuentras con correos electrónicos escritos de una manera que estresaría negativamente hasta una estatua de mármol. Sin embargo, todo se puede calmar en el interior de una persona ¿cómo? Yendo al trabajo en bici. Es bestial en invierno notar el frío en la cara o cuando chispea que la suave lluvia te acaricie, y ahora en primavera, poder disfrutar de los maravillosos olores de las plantas. Por ejemplo, el olor de los cipreses me acompaña hasta una casa llena de rosas en la calle azafrán y desde ahí, es el aroma de las rosas el que viaja conmigo hasta la zona ajardinada lateral de la facultad, siempre entro por ahí porque hay unas enormes plantas preciosas de genista. Ahora, es la esencia de la genista la que envuelve el corto recorrido hasta la puerta de la facultad. Ya dentro, no se percibe ningún olor embriagador, es en ese momento cuando aparece la alegría que siempre siento de que es otro día. Otro día diferente al de ayer, sin saber qué me va a deparar y con ganas de aprender de lo que pueda venir. Otro día, en el que poder invertir mi tiempo para la docencia, la gestión y la investigación, valorando el dinero de todos y todas y, el conocimiento tanto el que ya existe como el que se pretende hacer salir de su escondrijo.
En el recorrido desde el Hall hasta mi laboratorio ya se va vislumbrando un cierto toque de toxicidad, hasta que te aborda por completo. Esos malos rollos generados tan solo, o al menos eso creo yo, por el estrés. El estrés es la puerta que nunca debiéramos elegir para comunicarnos. Es la puerta mala de la comunicación. Cuando hay estrés el diálogo ya no existe, solo se observan respuestas ofensivas, insultantes, ironías dañinas, generación de conflictos etc…, qué bonito sería pedir perdón, pero no, todo el mundo creemos que llevamos razón y que quizás, esta es la mejor manera de hacer saber a los demás, el estrés que uno lleva dentro. Sin embargo, después de una larga jornada de trabajo en la que esa toxicidad ha podido invadir tu interior de los pies a la cabeza, escalón a escalón, todo se puede calmar ¿cómo? Volviendo a casa en bici.
Buen fin de semana y ya saben, hagan ejercicio.