Nómada del viento: Adaptaciones de las aves al entorno urbano
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Nómada del viento, Juan José Sanz: Adaptación de las aves al entorno urbano (17/09/2024)
Toledo
Entendemos el entorno urbano como un ambiente con una baja calidad natural y una menor biodiversidad vegetal y animal. Cierto es, pero el entorno urbano permite a muchas especies intentar colonizarlo y aquellas que tienen unas determinadas adaptaciones son las que lo colonizan con éxito. Por poner un ejemplo con las aves, sabemos que especies como el gorrión común o la paloma son muy abundantes en nuestras ciudades y que se sabe que conviven con humanos desde hace al menos 10.000 años. Comparando que características tienen estas especies con especies cercanas del medio natural, se ha visto que las especies que colonizan el nuevo ecosistema “urbano” son aquellas con una dieta generalista y amplia, tienen menos miedo al riesgo que, por ejemplo, pueden suponer los humanos. Esto último se relaciona con su capacidad de conocimiento, aprenden más rápido que el ser humano puede no ser peligroso, las especies que tienen un cerebro de mayor tamaño. Así la ciencia nos ha indicado que las aves urbanas tienen cerebros más grandes que sus parientes de ambientes naturales.
Para las especies indicadas antes junto a otras como mirlos, carboneros, verderones, jilgueros, golondrinas o vencejos, la ciudad ofrece más ventajas que inconvenientes: menos predadores con alas, temperaturas más altas, luz artificial, y mayores cantidades de alimento, entre otros. En muchos casos, adaptarse supone adquirir nuevas conductas, cada vez más estudiadas por los científicos. Ejemplo de ello son algunos carboneros o herrerillos comunes de Reino Unido que aprendieron a quitar la tapa de aluminio de las botellas de leche que los repartidores depositaban cada mañana delante de la puerta de cada casa para beber la capa de nata de la parte superior. Esto ha permitido estudiar como el comportamiento adquirido se transmite entre individuos y localidades.
Pero en la ciudad no es oro todo lo que reluce. La comida es en general de peor calidad, la contaminación química, acústica o lumínica son mayores y ciertos depredadores como los gatos se han convertido en los nuevos “enemigos”. A pesar de ello, las técnicas de colonización y adaptación contemporánea se perfilan cada vez más y las aves callejeras se amoldan a la vida en la jungla de cemento.
Una especie, un espacio
El sonido de esta semana corresponde al canto de alarma del papamoscas cerrojillo (Ficedula hypoleuca) que estos días se puede oír en los parques de nuestra provincia. Este pájaro del tamaño de un jilguero y que pesa unos 13 gramos se encuentra de paso en su viaje migratorio a África. Estará unos días por aquí capturando insectos para continuar su viaje de más de 3000 km de distancia. Es insectívoro y es fácil verlo una vez detectado el sonido porque suele estar posado en una rama y realizar unos vuelos directos para capturar insectos en el suelo. Tiene una especie de “tik” ya que suele entreabrir una única ala rápidamente cuando está posado en las ramas. Os animo a que lo intentéis observar.
Como espacio, os animo a dar un paseo por los parques urbanos con el objetivo de encontrar especies de aves que no sean gorriones o palomas. Si os fijáis con detenimiento, veréis que hay pequeños pájaros de distintos colores muy llamativos. Pero ¿cómo identificarlos? Para ello existen las guías de aves disponibles en todas las bibliotecas públicas de la ciudad, pero además tenemos aplicaciones de móviles que nos permiten identificar las aves por sus características o sus cantos.