Opinión

Vivir sin una pierna

La firma de opinión de Évelin R. Molano, activista y voluntaria de distintas organizaciones, fundaciones y colectivos en defensa de los Derechos Humanos, Sociales, Económicos, Culturales y Ambientales

'Vivir sin una pierna', la firma de Évelin R. Molano

Albacete

Al escribir está firma han pasado ya 30 días en el hospital, día y noche acompañando a nuestra madre con un inmenso dolor en su pie derecho, 9 días desde su amputación, y 5 días de estar en casa de mi hermano adaptándonos a algo para lo que ninguno estamos preparados. Diría que nadie.

Para mí que todo importa, reciclar, luchar por los derechos de otros, ser sostenible y humana, pensar en el planeta, la situación de las mujeres, niñas y niños, de los vulnerables en las injustas guerras, de los animales… Para mí que he construido todo sobre valores únicos y que defiendo a ultranza todo esto supone casi que “romper con todo lo exterior”. Además de un encuentro con la pérdida y con el dolor es como si de repente vivieras en una burbuja donde la vida se ha quedado “detenida” a espera de volver a dar al botón de reiniciar.

Vuelves a tu país que ya no lo es, a tu supuesta cultura que en gran parte ya no lo es, a tu familia, que también ha cambiado… No es una visita como las otras… Todo es ajeno, la mente no funciona igual, no importa nada más que la vida de tu madre, piensas todo el tiempo en cómo será todo a partir de ahora y en qué podremos hacer por ella para que esto no sea tan duro. Y al final te bloqueas. Es decir no pienso en ese mundo que defiendo cada día como activista y no me siento culpable. Es una gran lección: “Mientras puedas no dejes de luchar y ayudar a otros porque quizá haya un momento en el que no puedas con ello o no tengas fuerza. Y también es lícito”.

Dicen que de las tormentas se aprende, que todo lleva una lección, que de lo malo surge algo bueno bla bla bla, no entiendo nada, no acepto nada. Al menos no por ahora.

Cuando escuchas que lo mejor es la “amputación desde arriba de la rodilla”, pasa un escalofrío por todo tu cuerpo, y sí, es tan terrible como suena, como se lee, como se piensa, como se imagina, y al verlo y convivir con ello es aún más doloroso. Y nunca será ni de lejos lo que quien lo vive puede llegar a sentir. Nuestra madre lo acepto con gran valor y fuerza, agarrándose a una esperanza de vida. Ya nada puede ser peor.

Mis hermanos y nuestra familia estamos aprendiendo de la manera más dura, llena de dolor y también de amor el significado de la frase “Cortar por lo sano”. Para ella, su fe, el miedo, la impotencia y de alguna manera la dignidad chocan constantemente. Es tener preguntas y no aceptar respuestas, es ser fuerte y poder serlo pero en realidad no saber ni cómo.

Una casa, que por lo pronto no puede ser la suya porque no está adaptada, alimentación especial, rehabilitación, controles médicos... Una enfermera, una silla de ruedas, un caminador, muletas, baño portátil, aprender, aprender y aprender… Caminar de nuevo en un solo pie, que al moverte no te hagamos daño, el cansancio de tu cuerpo, el dolor de la recuperación.

Una página en blanco para reescribir una nueva historia que todavía no sabes realmente como será pero que será.

Y cuando piensas que muchas veces hablaste de la discapacidad desde Europa, desde España, desde los Derechos recuerdas que en un país como Colombia, donde las mujeres luchan con gran fuerza, y lo sostienen prácticamente todo, son las cuidadoras, la mano de obra y las grandes maltratadas… Cuando un golpe como la discapacidad las golpea, están completamente solas. Y más si ya están en la tercera edad. Su red de apoyo es su familia, si cuentan con ella y además solo si esa red puede aportar tiempo y recursos para acompañar, que en muchos casos no es así. Y si parte de tu red está fuera del país, pues las cosas se complican un poco más. Somos un país de migrantes.

En Colombia se estima en 2,65 millones las personas que tienen discapacidad, las mujeres representan el 56,7% siendo mayoría. Y aunque hay esfuerzos y políticas mínimas de accesibilidad, apoyo contra todo tipo de violencias, formación y algunas ayudas, la realidad es que son una población abandonada, que o cuenta con su red familiar y de amigos o no tiene absolutamente nada.

Cuando una persona tiene que vivir sin una pierna, toda la familia también vive sin ella, los obstáculos económicos, físicos y emocionales pertenecen a todo el núcleo, y no se nos prepara para ello. Se nos prepara para competir y ganar, pero no para saber bien cómo cuidar y sanar aunque al estar presente el amor parece que todo es posible.

Tenemos mucho camino como humanidad. No sé si un día despertaremos sin tantas incógnitas, baches y obstáculos para los más vulnerables, y que para las mujeres deje de ser, de una vez por todas, mucho más difícil.

Madre, ejemplo, fuerza y vida.

Hoy por Hoy Albacete (30/09/2024)

Évelin R. Molano

Colombiana, hija adoptiva de Albacete desde hace...