Manuel

Albacete

Demasiado pronto, Manuel se fue demasiado pronto. A Manuel le sobró siempre físico y capacidad para sobrellevar una alcaldía, una concejalía de cultura, una portavocía municipal, presidencias y representaciones en un partido político, ¡un asiento de diputado en el Congreso!... .A Manuel Perez Castell le sobró siempre clase y una personalidad muy por encima de lo normal, entendiendo como normal estar a la altura de sus compañeros de partido politico. Sin embargo a Manuel le venció por goleada ése corazón que guardó y mimó siempre. El mismo que le escoltaba diariamente al recibir paisanos cada mañana en los respectivos despachos que ocupó; El que orientó sus voluntades para recuperar el viejo teatro de la calle Isaac Peral; Aquella víscera prodigiosa que recibía y orientaba a cada estudiante que le solicitaba consejos en el viejo instituto Bachiller Sabuco del que fue director...
El corazón de Manuel, sin embargo no aguantó la sorpresiva despedida de Paquita, su mujer y guía personal en estos ultimos años ya redimido él de tanta visita ilustre a la ciudad, ya emanciapado de tanto discurso, ya libre de tanto trajín urbanistico (la nueva circunvalación de Albacete a dos carriles por banda ya le tiene que estar echando de menos),... No, sin Paquita cerca de él cada día no distinguía de comidas o desayunos, de paseos y charlas con los amigos, de arboledas en parques y jardines. Sin ella, su perfil imaginario descansaba para siempre en cada rincón de su domicilio donde oía su saludo mañanero, sus consejos diarios, su sonrisa siempre militante... A Manuel el largo viaje de Paquita le produjo una paralisis vital incapaz de superar y el cuerpo comenzó a protestarle, a sonsacarle viejas heridas tan solo unos meses después de ella...

Tuve ocasión de trabajar para él como cargo de confianza en alcaldía y he de decir que fueron los mejores años profesionales de mi vida, destinado en el Teatro Circo Albaceteño, una de sus ambiciones, de sus quimeras... Su cercanía conmigo y con cada uno de mis compañeras/compañeros de equipo fue siempre de absoluta confianza y comunicación. Cercano, íntimo, frío cuando la ocasión lo demandaba, resolutivo cuando las circunstancias obligaban y exhibiendo una confinidad humana contagiosa. Lo más deslumbrante de su personalidad fue siempre su tendencia natural a la innovación, a la creación, al progreso de la ciudad algo que pudo realizar como alcalde en un gran número de intervenciones pero que ya avisaba en conversaciones ilusionadas muy anteriores a su cargo cuando la alcaldía esperaba. No es nada sorprendente que haya sido el alcalde albaceteño más longevo en la custodia de la ciudad, o lo que es lo mismo más elecciones ganara para dirigir la casa grande: hasta tres veces.

Demasiado pronto, Manuel y Paquita se fueron demasiado pronto. Valga el consuelo que marcharon casi de la mano, como si hubieran hecho un pacto de servicio a la ciudad ya finiquitado y su concluyente futuro no estuviera entre nosotros, sino en su propio campo de fresas.