Inmigrantes y refugiados
La firma de opinión del catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Castilla-La Mancha, Manuel Ortiz
'Inmigrantes y refugiados', la opinión de Manuel Ortiz
Albacete
Según Amnistía Internacional en el año 2015 se produjo la peor crisis de refugiados de la historia reciente. Su número superó los 19,5 millones en el mundo. Una cantidad sin precedentes de personas ha llegado a las costas de Europa, aunque los países de Oriente Medio, el Sudeste Asiático y África siguen acogiendo a la mayoría. En 2016 La Unión Europea acordó entregar a Turquía 6.000 millones de euros, en seis años, para que se encargara de gestionar a los refugiados que ya había acogido, con la principal condición de que sus autoridades les impidieran alcanzar las costas griegas. En la frontera sur, mientras tanto, se han sucedido las llegadas de inmigrantes y no podemos olvidar que, en mayo de 2021, alentados por el rey de Marruecos, miles de subsaharianos cruzaron en condiciones infrahumanas la pequeña distancia que les separaba de Ceuta. Es muy fácil comparar lo ocurrido con la ventana de oportunidad que supuso en 1989 la caída del muro de Berlín para miles de ciudadanos del Este que vieron en la Europa capitalista la tierra de promisión. Sirva esta pequeña introducción para llamar a la reflexión sobre la tenue diferencia que existe entre las categorías de refugiados e inmigrantes en momentos de crisis en los que se buscan chivos expiatorios que, adobados de discursos de odio, encuentran culpables fáciles.
El final de las vacaciones de muchos de nosotros ha coincidido con un sinfín de mensajes y noticias que hablan del problema de la inmigración. El tema ha pasado en 100 días del noveno puesto al primero en la lista de problemas de los españoles, según un estudio elaborado por el CIS, lo que supone un crecimiento de casi 20 puntos durante todo el verano. El dato no debe ocultar la contradicción que se da entre los españoles porque cuando se les pregunta sobre su situación personal, la inmigración pasa al quinto lugar. No hace falta ser muy avezado en el análisis político y mediático para establecer una estrecha relación entre los mensajes lanzados por la extrema derecha global, que arrastra a la clásica derecha moderada, a posturas xenófobas que están condicionando las agendas políticas mundiales. Así, Trump insulta y miente descaradamente cuando acusa a los migrantes de comerse las mascotas y representar una amenaza para el idolatrado modo de vida americano y toda Europa, hasta la supuestamente más progresista -véase el caso del laborista Starmer-, toma medidas sonrojantes que, cuando menos, permiten hablar de complicidad para devolver de mala manera a la gente a sus países de origen donde corren verdadero peligro. Qué lejos, y sólo datan de 2021, quedan las palabras de la coalición del gobierno alemán cuando decía que “es un deber jurídico y de civilización no dejar que los seres humanos mueran ahogados”.
Para evitar la manipulación y la perniciosa influencia de los discursos populistas nutridos de un rancio nacionalismo excluyente parece que no bastan los informes más rigurosos que demuestran lo imprescindible que es para las economías occidentales la presencia de todas estas personas, inmigrantes o refugiados, que llegan a nuestros países. Trabajadores baratos que tanto gustan a nuestros empresarios. Alemania calculó en 2020 que necesitaban 400.000 inmigrantes al año y en España sólo tenemos que ver quiénes desempeñan los trabajos más penosos, sostienen nuestra maltrecha demografía, contienen el efecto de la despoblación y cuidan de nuestros mayores en condiciones que nosotros no aceptaríamos.
En España, durante los peores años de la dictadura, miles de trabajadores, la mayoría del campo, empezaron a salir a trabajar, sobre todo a Francia, en lo que allí se conocía como tareas punibles. Primero la remolacha, luego el arroz y, casi simultáneamente, y hasta ahora, a la vendimia. Eran trabajadores de usar y tirar que huían de la miseria del país. Hoy no se habla de ellos y apenas se les incluye en la historia. Nuestro grupo de investigación, SEFT, ha preparado una exposición para paliar esta anomalía. La van a poder visitar en la Facultad de Humanidades de nuestro campus. Con un puñado de fotografía y algunas explicaciones básicas esperamos contribuir a mirar de otra forma un problema que hoy muchos quieren desenfocar y utilizar malintencionadamente para seguir alentando esa falaz sensación de una inmigración descontrolada.
Hoy por Hoy Albacete (03/10/2024)