Ciudades seguras, inclusivas y naturalizadas

Toledo

Cualquier espacio debería ser inclusivo, esto no tendría ni siquiera que llevarnos a discusión, sin embargo, no todos los espacios lo son. Por ejemplo, si nos centramos en el Casco Histórico de Toledo, solo dando un ligero paseo podríamos encontrarnos con muchas calles, callejones, pavimentos, accesos o señalización, entre otros, que distan mucho de esta situación ideal de accesibilidad. Accesibilidad que no solamente debería ser física o arquitectónica si no también cognitiva. Y que debería centrarse en todos los colectivos, ya que lo que les beneficia a unos, nos beneficia a todos, es decir, tomemos modelos inclusivos para todas las personas independientemente de la edad, el género, la cultura o la discapacidad.

Esta ciudad tan turística, patrimonio de la humanidad, debería garantizar las mismas oportunidades para todas las personas, debería convivir inclusivamente con sus ciudadanos y ciudadanas y también con los miles de visitantes que recibe cada año como un día, cuentan, convivieron tres culturas diferentes, con sus propias costumbres y en relativa paz y armonía.

Y esta tarea, aunque en principio debe partir de la administración pública, contar con financiación suficiente, normativa y voluntad, tendría que estar manifiesta en todos y cada uno de nosotros, como conciudadanos.

Transformar Toledo como espacio público más seguro, inclusivo y naturalizado es posible. Una buena planificación estratégica en la que se integre la participación dinámica ciudadana y asociativa, con un poquito de creatividad y un muchito de sensibilidad creo que serían los ingredientes principales para conseguirlo.

Sin duda, construir ciudades inclusivas sigue siendo un desafío que incluye, además de indicadores relacionados con los espacios e infraestructuras, otros indicadores relacionados con la educación, el empleo o el ocio, es decir, cuando hablamos de ciudades inclusivas es necesario hablar de inclusión espacial, social y económica, todas ellas se encuentran estrechamente vinculadas entre sí, y juntas, sin duda, pueden mejorar la calidad de vida de las personas y disminuir la desigualdad, la marginalidad y la exclusión social.

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La ciudad de Toledo es habitada por 86.070 personas y recibe al año más de 850.000 viajeros, por lo que merece la pena, al menos internarlo.