Opinión

Normalizando

Se siente, es la ley de la oferta y la demanda

La mirada de Toledo: Normalizando (08/10/2024)

Toledo

Cuando las palabras, como la ropa o las canciones, se ponen de moda machacan nuestros sentidos hasta llegar a una especie de efecto rebote que las descarga poco a poco de su significado original y las convierte en lo que no son. No, no se preocupen, no vamos a hablar de los “en plan”, “obvio” o “literal” con los que nos adornan los adolescentes las demandas de siempre. Ni tan siquiera de la palabra “progresista” con la que ahora se acicalan tantos carcas y de la que hablaremos otro día.

Yo quería hablarles de la palabra “normalizar” y me apuesto 1 euro con cualquiera a que da igual el periódico, emisora o telediario que les ilumine, que seguro que la escuchan más de una docena de veces al día.

Hace referencia a nuestra capacidad de llevar a terreno cotidiano lo que antes era extraño, y eso está bien, falta nos hace. Pero de un tiempo a esta parte tengo la impresión de que hemos convertido “normalizar” en un sinónimo de asumir, comulgar con ruedas de molino, tragarnos el sapo o buscar un eufemismo que nos haga más cómoda nuestra actitud ante lo que nos debería preocupar.

Ahí va un ejemplo: hemos normalizado un ambiente político grosero y zafio llamándolo “polarización”, y nos hemos quedado tan a gusto. O peor; hemos normalizado el reguetón ¡¡y lo llamamos música!!

Les cuento esto por que hace unos días en una conversación de esas de padres y madres hablando sobre la vivienda y el agobio de pensar como nuestras hijas e hijos accederán a ella en un futuro que ya está aquí, uno de ellos zanjó el debate con voz condescendiente y gesto de cuñao con un “se siente, es la ley de la oferta y la demanda”.

¿Ley? ¿Pero qué chorrada es esa? ¿En qué código civil, penal o mercantil se recoge? ¿Lo pone en la Constitución?

Parece que aún no hemos entendido que el mantra “Ley de la oferta y la demanda” es la forma sencilla y facilona de resumir que esto es un mercado en el que los derechos de la mayoría están sujetos a los beneficios de unos pocos y que el bienestar fluctúa según una bolsa que dicen que sube o baja.

Y lo peor, es que nos encogemos de hombros, miramos hacia arriba con gesto de indignación simulada, suspiramos con aire melancólico y pedimos otro botellín. O sea, normalizamos.

Y así vamos, empeñados en inventar expresiones que justifiquen las injusticias en vez de combatirlas.

Como será la cosa que la guerra, los bombardeos y hasta el genocidio algunos lo normalizan llamándolo derecho a defenderse.

Hasta el martes que viene. Besos.

Javier Mateo

Educador social y exconcejal del Ayuntamiento...