Charles Darwin o el organismo que explicó de dónde venimos todos
La firma de opinión del profesor y catedrático de la Universidad de Castilla-La Mancha y director del Jardín Botánico de Castilla-La Mancha, Pablo Ferrandis
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Albacete
El otro día les hablé de la ecología, esa ciencia que estudia la organización y funcionamiento de la naturaleza. Pues bien, el marco fundamental sobre el que se asienta la ecología lo creó un hombre llamado Charles Darwin, a mediados del s. XIX. Darwin postuló la teoría de la evolución de las especies por selección natural, cambiando radicalmente nuestra visión del mundo. Hablemos primero del personaje. Charles Robert Darwin nació en Shrewsbury, Inglaterra, en 1809, en el seno de una familia acomodada y en una sociedad donde todavía se asumía el creacionismo para explicar la biodiversidad, esto es, que todas las especies que pueblan el mundo fueron creadas por Dios, en seis días, tal y como relata el libro del Génesis. Las especies eran pues el resultado de la creación divina y, en consecuencia, inmutables: el león era león, o la jirafa, jirafa, desde el principio de los tiempos. En definitiva, la naturaleza se concebía bajo el crisol del fijismo. Y por encima de todas ellas, una especie elegida: el hombre, creado a imagen y semejanza de Dios.
Darwin no fue un estudiante brillante al uso, debido a su enorme interés por la historia natural, que lo distraía de sus estudios y del futuro trazado para él por su padre. Su gran oportunidad llegó en 1831, cuando consiguió el puesto de naturalista a bordo del bergantín Beagle, que partía a América del Sur para cartografiar sus costas. El viaje duró cinco años, durante los cuales nuestro hombre, observador como nadie, tomó innumerables notas y recolectó una ingente cantidad de especímenes de fósiles, animales y plantas. A su regreso, Darwin se centró en el estudio de este material y continuó realizando observaciones y experimentos en su país. En 1858 publicó su famoso libro El origen de las especies mediante la selección natural (o la conservación de las razas favorecidas en la lucha por la vida), animado, entre otros, por Alfred Russel Wallace, científico galés que había llegado a la misma conclusión que Darwin a partir de sus estudios en Malasia.
El hallazgo revolucionario de Darwin no fue el descubrimiento de la evolución en sí - había ya muchas evidencias de que las especies cambiaban-, sino explicar el mecanismo general que la impulsa. Si la colombicultura ha producido una enorme diversidad de razas de palomas, como resultado de la selección de cruzamientos supervisados por sus criadores, en la naturaleza tenía que haber algo que también seleccionara la reproducción de los organismos, hasta generar la gran diversidad de especies en la Tierra. Esa selección la hace el ambiente. Las especies cambian porque las condiciones ambientales -es decir, el frío, el calor, la sequía, la humedad, la presencia de depredadores o de competidores, la recurrencia de incendios forestales, por citar algunos ejemplos- favorecen o penalizan ciertas características de los individuos dentro de una población de organismos silvestres. En consecuencia, si en una población aparecen nuevos rasgos ventajosos para desenvolverse en el ambiente, los individuos que los posean, más aptos, serán los que dejen más descendientes en las siguientes generaciones, consolidando así dichas características en el grupo. Por no hablar de los cataclismos acaecidos a lo largo de la historia de la Tierra, donde las condiciones del entorno y, por tanto, las reglas de selección se modificaron drásticamente. De ese modo, el ambiente selecciona a los individuos, modelando a las especies, que cambian y van dando lugar a nuevos linajes.
La vida apareció en la Tierra hace unos 3.800 millones de años. Es la “danza” del ambiente la que ha ido generando la inmensa diversidad biológica que ha conquistado y puebla cada rincón del planeta. Como señaló Richard Dawkins, “los organismos vivientes han existido sobre la Tierra, sin saber nunca por qué, durante más de tres mil millones de años, antes de que la verdad, al fin, fuese comprendida por uno de ellos. Por un hombre llamado Charles Darwin”. El desarrollo posterior de la biología molecular y la genética, en el s. XX, no hizo sino corroborar el cuerpo teórico de nuestro científico. Bravo por Darwin.
Atentamente les saluda, Pablo de Passo.
Hoy por Hoy Albacete (25/10/2024)
01:40:00
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Pablo Ferrandis
Pablo Ferrandis Gotor (Albacete, 1966) es Catedrático en la Universidad de Castilla-La Mancha. Licenciado...