La vida después del daño cerebral sobrevenido: "Perdí la visión y tuve que aprender de nuevo a caminar"

Toledo

Cada 26 de octubre se conmemora el Día del Daño Cerebral Adquirido: un lesión repentina en el cerebro que puede ser provocada por un ictus, un traumatismo, un tumor, o, simplemente, por una infección. Pero el daño cerebral adquirido, o sobrevenido, va más allá de sus causas.

En Castilla-La Mancha, los datos nos dicen que son más de 20.000 los que tienen diagnosticada esta dolencia, aunque una de las reivindicaciones es poder hacer un censo actualizado para poder dimensionar, de verdad, la realidad del daño cerebral.

El cerebro se encarga de todos nuestros movimientos voluntarios e involuntarios, como caminar o extender un brazo; pero también controla otras funciones que no se ven, como la respiración, la digestión, el habla, la memoria o el control de las emociones y de la conducta.

Por eso, un daño en él, puede cambiar la vida de quienes lo sufren, y se tienen que adaptar a una nueva realidad. El 68 % de las personas afectadas presenta discapacidad para alguna actividad básica de la vida diaria y el 45 % tiene esa discapacidad en grado severo o total.

Una situación que llega de pronto, sin esperarlo, a personas con cerebros que de forma repentina sufren un daño. Es el caso de Begoña, una toledana que tenía 45 años, una vida activa y sana cuando un ictus le sorprendió.

Aunque Begoña asegura que ha podido recuperar una gran parte de lo que fue su vida con ayuda de terapeutas y psicólogos, como con los que ha contado gracias a la asociación ADACE, donde, dice, se ha sentido entendida y protegida.