Tres realejos y un clave
La sinergia que produce esta experiencia en los sentidos del espectador es única, es completa
La mirada de Toledo: Tres realejos y un clave (29/10/2024)
Toledo
Buenos días, Carlos. Buenos días oyentes.
Batallas hay muchas, demasiadas. Las cotidianas contra el despertador, los kilos de más (o de menos); las internas contra uno mismo y sus contradicciones; las históricas de Lepanto, Normandía o Navas de Tolosa o las actuales, como la del estado de Israel por diezmar hasta la desaparición al pueblo palestino
No se líen con el enfoque bélico y guerrero de la columna de hoy, en realidad es sólo una excusa para compartir con ustedes una batalla distinta a cualquier otra que conozcan, que usa la música como arma de construcción masiva de emociones y que discurre entre los rincones del crucero de la Catedral de Toledo.
Y es que el próximo mes de noviembre tendrá lugar en nuestra ciudad una nueva edición de Las Batallas de Órganos que cada año desde hace más de una década organiza la Fundación Toledo.
Obras de Vivaldi, Bach, Mozart o Haendel (entre otros) nos han llevado lo largo de estos años a Lepanto, al Nilo, a Jericó, al cielo o al infierno, pero (dicho esto con permiso de los clásicos), lo más impactante son las improvisaciones con las que los músicos se enfrentan entre sí tocando sin el corsé de la partitura y formando una batalla que se juega de forma distinta en cada pieza que suena. Para que me entiendan, una especie de pelea de gallos que cambia el hip-hop, el chándal o las gorras de medio lado por la inconfundible trompetería de los órganos de la Catedral.
Comienza la batalla. El sonido del órgano del Emperador rompe, sin previo aviso y desde un lateral, el silencio nervioso del público. A su voz contestan con fuerza desde el frente los dos órganos del coro dando la sensación que diez mil músicos están tocando juntos desde alguna parte o en todas a la vez y en ocasiones, desde un lateral, se les une el mediano del grupo, el del Sagrario, como recordándoles que en realidad el frente no está en las alturas, que la partida se juega abajo, con la tropa.
Y allí, a ras de suelo, entran en acción los verdaderos protagonistas de la batalla: los tres órganos realejos, los más pequeños del regimiento, la infantería musical que avanza en vanguardia y que habla entre sí dibujando con acordes escenas que el espectador es capaz de ver y sentir en su cabeza. Mientras, las notas metálicas de un clave se cuelan sin pedir permiso entre todos y completa y apuntala sus melodías.
La sinergia que produce esta experiencia en los sentidos del espectador es única, es completa.
Y todo, bajo la coordinación y dirección impecables de un músico toledano, el maestro Juanjo Montero, el alma y el cerebro de esta experiencia al que algún día Toledo debiera agradecerle todo lo que ha hecho (y seguirá haciendo) por la cultura de nuestra ciudad.
Descansen de sus batallas personales durante unas horas, acérquense a las de los órganos de la Catedral y disfruten de la música de una manera maravillosamente diferente. Merece la pena.
Hasta el martes que viene. Besos.
Javier Mateo
Educador social y exconcejal del Ayuntamiento...