Amargura política vs. obrar el bien

Toledo

Buenos días nos dé Dios, don Carlos.

La verdad es que la sección de esta semana resulta harto complicado llevarla adelante… ¿la razón? Muy simple a la par que muy compleja: todo lo sucedido con la DANA a lo largo de estos últimos días. Aunque más bien habría que decir todo sucedido y lo que sigue sucediendo. Si de por sí ha sido terrible lo vivido en distintos puntos de España y en especial en Valencia, el circo político, porque sí, creo que hay que hablar de circo político, ha sido y continúa siendo absolutamente dantesco. Antes de la DANA nos movíamos en episodios propios de una película de Berlanga. Ahora nos encontramos con escenas e interpretaciones más propias de una película de terror por el comportamiento de muchos de nuestros políticos y de sus correspondientes palmeros…porque aquí la política nos la tomamos como el fútbol, pero ese es otro melón por abrir.

En verdad, no estoy haciendo una crítica al partido X, al partido Y o al partido Z. No. No voy por ahí. Mis palabras, que bien podrían considerarse amargas, son una crítica global a nuestra clase política o al menos a una buena parte de ella porque sigo pensando que hay políticos buenos de distintas siglas. Y no me quedo aquí, a esta amargura política hay que añadir todo el cabreo que han generado aquellos que han aprovechado el desastre y el sufrimiento para asaltar casas y negocios o para sacar algún tipo de rédito después de todo lo acontecido. En este caso, prefiero morderme la lengua.

Ya sé, amigo Carlos, que te gusta más que hable de Historia o de cultura, que aporte un poco de buen rollo en la recta final de la mañana de los jueves…pero hoy me ha sido imposible. No obstante, siempre vuelve a salir el sol y quiero quedarme con todos aquellos que cada día se levantan en Valencia y en otros puntos afectados por la DANA y siguen adelante, quiero quedarme con el coraje de los voluntarios, quiero quedarme con la inmensa ola de solidaridad de toda España (más unión que la que demuestran los políticos) y, una vez, permíteme que me quede con las palabras del gran sabio San Isidoro de Sevilla: «Solamente en esta vida es posible obrar el bien, porque en la otra ya no se esperan las obras, sino la recompensa a los méritos».

Buenos días.