Opinión

La DANA sin nombre

La firma de opinión de la periodista y presidenta de la Asociación de la Prensa de Albacete, Loli Ríos Defez

'La Dana sin nombre', la firma de Loli Ríos

Albacete

Es una de las películas que más me han impactado. Cine de terror español, un terror psicológico, de esos que te hielan las entrañas sin ver ni una gota de sangre. Te planta delante una historia que penetra en tus emociones y arrasa con ellas, barre la esperanza y aniquila cualquier atisbo de la que un día fue tu vida. Esa película se llama “Los sin nombre” y la dirigió Jaume Balagueró en 1999. No tenían nombre los que anulaban a las personas, los que las golpeaban hirientes, los que destruían familias y cotidianeidades.

25 años después, una “sin nombre” ha talado vidas, implacable. Mi corazón, como el de cualquiera, ha estado en Valencia, acompañando a unos cuantos queridos amigos y familiares; pero en Letur es donde he visto, escuchado y sentido la devastación. La vi reflejada en una estampa, la de una Virgen solitaria colgada de la única pared que quedó en pie de una vivienda saqueada por la fuerza desmedida de una riada que penetró con su lengua voraz para tragárselo todo. La Virgen no sirvió para proteger del torrente de agua, barro, ramas y piedras a la moradora de esa casa a la que arrancó del mundo terrenal, borrando todo rastro de su existencia. Se llevó hasta su último recuerdo, los objetos que poblaron su vida, las cosas cotidianas que se tienen en una vida normal.

Una vida normal, a la que aspiramos cualquiera. Eso era la de Mónica y Jonathan. Una vida normal que se interrumpió por una sacudida brutal que se lo llevó todo, que lo devoró todo, que los arrastró con todo. Una vida normal que acabó enterrada bajo varios metros de lodo. El lodo que lo arruina todo. El lodo que anuló las vidas de Dolores, de Antonia, de Mónica, de Jonathan, de dos trabajadores municipales de Letur; de, al menos, 211 fallecidos y 89 desaparecidos en pueblos valencianos que quedaron, literalmente, sumergidos bajo el agua y el barro.

Todo eso lo hizo una DANA sin nombre.