El quiosco de San Isidro

Talavera de la Reina

El quiosco de San Isidro era el centro neurálgico de información del mercado de ganados. Su caja negra; el punto principal de avituallamiento. A destacar su exquisito picadillo de carne con tomate; el mentidero oficial; la sucursal improvisada de todos los bancos y cajas de ahorro, con cajero automático incluido, cuando aún no se habían inventado los cajeros automáticos.

El despacho para arreglar cuentas con ganaderos, corredores y pasadores; el sesteadero de camioneros en espera de porte; el refugio de pobres y tullidos; el negociado de los funcionarios municipales; el apostadero de trileros, carteristas y descuideros para salir a la caza de incautos, el departamento de marketing de tostoneros, aguadores, esparteros y herreros; la agencia de empleo de lecheros y cargadores; el botiquín de las urgencias.

Escaparate de putas; la administración de vendedores y vendedoras de lotería, el reservado de celebración de los alboroques; el concesionario de los vendedores de vehículos a motor; la oficina de los almacenes de piensos y abonos, la agencia inmobiliaria de los constructores.

La embajada de los tratantes portugueses; el bufete de los picapleitos, la delegación de los medieros veratos; la filial de Vidal y Camacho con sus camiones Avia; el templo de los sablistas; el santuario de las apariencias; el monasterio de los arruinados sin esperanza… eso y algunas cosas más era el quiosco de San Isidro.